martes, 17 de mayo de 2011

La viuda embarazada

Hay muchas formas de contar la revolución sexual de los setenta. La del sociólogo, la del historiador, o la del filósofo. A unos pocos les interesaría saber las cosas tal como las cuenta la ciencia. Es un saber frío, objetivo, desapasionado. Pero hay otra forma, la que proporciona la literatura. Por lo que llevo leído, el mejor resumen de lo que ocurrió se encuentra en La viuda embarazada de Martin Amis. Una novela juega con muchas cosas, el lenguaje y sus anfibologías, la estructura y su capacidad de enredar al lector para atraparlo y divertirlo, el manejo de las emociones. Es el medio para interesar a más cantidad de gente. La novela recrea, reconstruye y al tiempo instruye y divierte. Martin Amis monta un  escenario de lo que ocurrió en aquellos años -los 70-, desde el presente. Ahora podemos verlo más desapasionadamente, pero sin guardar las emociones en un cajón.

Amis está en la cima de su madurez. Tiene una gran habilidad para hacer decir cosas nuevas a las palabras, buscando su sentido original. Monta un gran teatro con muchos personajes para que cada uno represente un momento de la revolución, sin hacer de ellos ideas planas. Hace correr entre ellos la electricidad. Cada capítulo representa un episodio, anticipado varias veces en los diálogos, en el juego de la representación o en los pequeños interludios en que reflexiona sobre lo que sucedió, desde el presente de un personaje que tiene la misma edad que Martin Amis. Una reflexión no al modo del sociólogo, sino del literato, jugando siempre jugando con el lector, primero descontertado y luego divertido y asertivo.
Pero Amis no se queda en el relato de los episodios de la revolución sexual, también cuenta sus consecuencias. Qué ha sido de las chicas que la protagonizaron, pero también que son ahora los chicos que la sufrieron. La primera parte de la novela es apasionante, dinámica, divertida: los chicos que se comían el mundo; las chicas que se comían a los chicos para después dar la batalla por el dominio del mundo. La segunda parte es reflexiva y melancólica. Parece como que sólo se pueda disfrutar una vez en la vida; después quedan los recuerdos, la desilusión, las ruinas. La novela no es un retrato de una generación. Tan sólo de los que marcaron las pautas, de quienes resbalaban en la cresta de las olas.
Habrá muchas formas de contar lo que ocurrió en aquellos años, pero ninguna tan divertdia. Cómo envidio la inteligencia de Martin Amis.

No hay comentarios: