viernes, 27 de mayo de 2011

In a Better World (En un mundo mejor)


No faltan temas que el cine o la literatura puedan abordar haciendo que interesen a los ciudadanos. La habilidad para entretenerlos es otra cosa. También la valentía. La violencia es uno de ellos. Por más que nuestra sociedad trate de ocultarla o enmascararla está ahí, a veces de forma soterrada, a veces de forma explosiva. Susanne Bier es una de las cineastas en la onda de Dogma que mejor ha evolucionado desde el formalismo. Todas sus películas merecen la pena. En su premiada In a better World aparece la violencia en esas dos formas: la soterrada violencia entre escolares, el acoso de los más fuertes sobre los blanduchos, y la violencia política, en este caso la de un jefe local en una población africana que tiene aterrorizada a su gente.

Bier contextualiza la violencia en dos familias de clase media danesa, con los problemas de nuestra época: la separación de los padres, la muerte de uno de ellos, el trabajo lejos del hogar, el difícil seguimiento de los hijos, la incapacidad de la escuela, y de las instituciones sociales en general, para detectar problemas y resolverlos.
Como en toda narración que ha de condensar los hechos y sus causas en elementos simples para poder ceñirse al formato del género y para poder atrapar al espectador, los guionistas de esta peli reducen las causas del comportamiento de los agresores a unos pocos sucesos fáciles de atajar y comprender. La dramatización llevada a un climax de estrés emocional termina por enturbiar el buen planteamiento inicial, el análisis de la realidad. Al final, detectado el problema y dando por supuesto que todos los actores son sujetos racionales todo el mundo se aviene a enderezar la conducta y caminar por la senda de la normalidad. La película termina en abrazos, entre padres e hijos y entre amigos bajo el comprensivo amparo de las instituciones.

Los que trabajamos con adolescentes y jóvenes sabemos lo difícil que es tratar estos casos; el cansancio que supone contemplar o sufrir durante un curso escolar a alumnos incapaces de comportarse con un mínimo de normalidad. Los pocos recursos que tenemos profesores o psicólogos para ayudar. Lo desamparados que están esos chavales que las circunstancias han dejado a la intemperie. El fácil recurso de la segregación, en el mismo centro o en centros especiales, porque, al contrario que en la película, aunque se detecten los problemas y se diagnostiquen correctamente no hay los medios para reintegrarlos familiar y socialmente.
Sin embargo, la película merece la pena. Plantea muy bien el asunto, presenta a los personajes en contextos verosímiles y presenta con valentía los dilemas a que nos enfrentamos cada día.

No hay comentarios: