No parece disculpable, digo, que para llegar directo a la fama Edgar Allan Poe no tuviese inconveniente en inventarse historias llamativas haciéndolas pasar por sucesos reales, en los periódicos en los que trabajaba. La realidad era un material moldeable por la imaginación. Por ejemplo, el 13 de abril de 1844, una multitud se congregó a la puerta del Sun neoyorkino a la espera de novedades. Poe había anunciado una extraordinaria hazaña: "¡Sorprendente información de Charleston, via Norfolk!. ¡Cruzan el océano Atlántico en sólo tres días!". El periódico informaba que un grupo de valientes había logrado viajar a bordo de un globo de aire caliente desde Dover, Inglaterra, hasta la isla de Sullivan, en Carolina del Sur. El récord anterior era de veinte kilómetros. Por supuesto, la noticia era falsa. La invención no fue muy beneficiosa, los vendedores de periódicos se llenaron los bolsillos, pero Poe no vió ni un centavo.
Algo parecido ocurrió con lo que contaba en La narración de Arthur Gordon Pym, una peligrosa expedición al Polo, que el autor presenta como real. Para ello difumina la línea que separa la realidad de la ficción, retira su nombre de la portada, atribuyéndolo a A.G. Pym y para darle más verosimilitud lo tituló de esta guisa:
«La Narración de Arthur Gordon Pym de Nantucket, que comprende los detalles del motín y atroz carnicería ocurridos a bordo del bergantín Grampus, en su travesía a los Mares del Sur en el mes de junio de 1827. Con una narración del rescate del barco por obra de los supervivientes; su naufragio y consecuentes padecimientos a causa del hambre; su liberación por parte de la goleta británica Jane Guy; el breve crucero de dicha nave por el océano Atlántico; su captura y la masacre de su tripulación cerca de unas islas en el paralelo 84 de latitud sur, además de las increíbles aventuras y descubrimientos más al sur que ocasionó tan terrible calamidad.»Poe reforzó el engaño con falsos extractos de periódico, entradas de cuaderno de bitácora y con inscripciones jeroglíficas. Los lectores lo dieron por cierto y se publicaron fragmentos de la novela como si fuesen noticia.
Pero Poe se atrevió a más. En Los asesinatos de la rue Morgue Poe había utilizado a Auguste Dupin y su capacidad de "raciocinación" para resolver crímenes que la policía no podía desentrañar. El personaje volvería a aparecer en La carta robada y se convertiría en el modelo de los detectives privados que tanto éxito tendrían en la literatura posterior. Poe con una fe ciega en su capacidad analítica fue muy lejos. El 28 de julio de 1841, el cuerpo Mary Rogers, una bella vendedora de cigarros de Manhattan, apareció flotando en el Río Hudson. El caso se hizo famoso, la prensa de Nueva York lo bandeó: la cigarrera era muy popular, los periodistas olían el negocio del sensacionalismo y los guardianes de la moral exigían leyes antivicio, pero forenses, policías y jueces eran incapaces de resolverlo. Poe, más necesitado que nunca de éxito y dinero, lo entregó a su detective Dupin confiando en que su capacidad analítica se adelantase a los encargados de su resolución. Escribió un relato paralelo ambientado en París, El misterio de Marie Rogêt. Dispuesto en tres partes para ser publicado en la revista Ladies' Companion, la realidad le hizo una mala pasada. Antes de que apareciese la tercera entrega surgieron nuevas revelaciones que desacreditaban el infalible método de Poe/Dupin. Mary Rogers pudo haber muerto como consecuencia de un aborto en una casa de mala reputación, en vez, de como proponía Dupin, a manos de un marinero. No se arredró Poe, con habilidad hizo los cambios necesarios en esa tercera parte para disimular sus errores y aparecer como que acertaba en lo esencial.
Todo esto lo cuenta Daniel Stashower en Edgar Alan Poe y el misterio de la bella cigarrera, la investigación de la atroz muerte de Mary Rogers. El autor va alternando la historia de la bella cigarrera, su muerte, el juego de la prensa sensacionalista, los intentos de resolución del caso y la vida de Edgar Allan Poe, tan ansioso de fama como incapaz de someterse a una vida ordenada; su triste vida familiar, sus trabajos en la prensa, su frustrante carrera literaria, su entrega al alcohol. Stashower, autor de novelas policiacas él mismo, colaborador en prensa y escritor de biografías escribe un libro apasionante, gracias a las técnicas que ha ido aprendiendo en los diversos géneros que ha cultivado; admira la sabiduría literaria de Poe, pero le echa en cara sus tretas para acomodar sin escrúpulos la realidad a la ficción.
Poe hizo todo lo posible para que la posterioridad lo tratase con desdén o con desprecio. Del mismo modo que él manipuló o se inventó la realidad, sus primeros biógrafos deformaron su biografía, inventando historias sobre él que, paradójicamete, sirvieron para ensalzarlo entre los cultivadores, especialmente franceses, del maditismo y por donde comenzó a ser aclamado como gran autor de la literatura universal.
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