Esos jóvenes egipcios, a los que ahora se conmina a que vuelvan a casa, tendrán que aprender la decepción. Que han sido utilizados -hasta la muerte de alguno de ellos-, que gracias a ellos algunos han ascendido unos escalones en la pirámide del poder. Nada más.
Y aún habrán tenido suerte. La cosa podría no haberse detenido en esa plaza llamada de la liberación. Si las posiciones se hubiesen extremado, los enfrentamientos podrían haber derivado en guerra civil. En las guerras son los jóvenes los que mueren y al final un bando se habría impuesto con su espada de acero o sus principios fanáticos, el ejército, los islamistas, y tras el terror habría llegado la sumisión voluntaria o impuesta.
Cada generación ha de hacer su aprendizaje de la decepción. Los jóvenes, cada joven, lo ven todo por vez primera. De nada les sirve la experiencia de los mayores, desprecian la sabiduría de los viejos.
Vale para los jóvenes egipcios, pero también para cualquier hombre sobre la tierra esto que Claude Lanzmann, autor de Shoah, autor de La liebre de la Patagonia, dice de sí con respecto a Israel, la postura del testigo:
"Una cosa es cierta, la postura del testigo que he adoptado desde mi primer viaje a Israel, que no ha dejado de confirmarse y de aumentar con el paso del tiempo y de las obras, requería que yo estuviera a la vez dentro y fuera, como si cumpliese con un inflexible imperativo. (...) En el curso de una conferencia de prensa, una periodista americana, tal vez judía, me interpeló: "Pero en resumidas cuentas, señor, ¿cuál es su patria? ¿Francia o Israel?" Con viveza y sin perder un solo segundo para reflexionar, respondí, y esto quizá aclare el misterio del que acabo de hablar: "Señora, mi patria es mi película".Extrañamiento. Sustituyamos mi película por mi vida, y lo que dice Lanzmann sirve para cada uno de esos jóvenes egipcios y para cualquier otro. Todo el mundo ha de aprender a ser extraño en su país para recobrar su vida, para ser libre. Sólo así se alcanzará la calma, la frialdad y la tenacidad para, siendo testigo, vivir y cambiar las cosas sin desmayo.
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