¿Con una sola anécdota se puede hacer una película? Un montañero, mejor, un cañonero, alguien a quien le gusta explorar las brechas, los acantilados interiores, los cañones que la naturaleza abre en la tierra, que disfruta pasando por estrechos y quebrados pasadizos, dejándose caer en las lagunas o ríos subterráneos corre riesgos que el deporte de aventura ofrece a quien lo ama. 127 horas -93 minutos en la peli- es la historia del cañonero Aron Ralston que en mayo de 2003, en una de sus excursiones por las hendiduras de la tierra, en Utah concretamente, cayó y rodó acantilado abajo junto a una piedra que atrapó su brazo y lo inmovilizó durante todo ese tiempo, sin posibilidad de pedir auxilio o de liberarse de la dolorosa tenaza. Entre las pocas cosas que llevaba en su mochila no había un teléfono móvil, pero sí una navaja de usos múltiples que ni siquiera era suiza, sino una imitación china. Con ella tomó la decisión, cuando ya se deshidrataba, al borde de la resistencia, de liberarse de su brazo.
En la película hay un buen actor, una situación dramática, un escenario teatral, suspense. Hay directores y guionistas que han hecho más con menos. La peli está nominada para los oscars, pero creo que Danny Boyle no le saca todo el partido que hubiera podido. Elude el morbo, el cruento momento, la sangría que libera al hombre de su brazo y de su segura muerte, el hecho por el que seguramente el espectador va al cine, y añade mucho flash back, no del todo necesario. También abusa, al principio y al final, de un recurso que no sé para qué sirve, dividir la pantalla en tres, agitarla como un cóctel de imágenes alocadas. No tiene mucha utilidad el contraste que se empeña en establecer entre el antes movido, agitado, lleno de gente, con música de vídeo clip, con la posterior inmovilidad. Los mejores momentos aparecen cuando la cámara retrata la intimidad del protagonista a solas con su drama, su pequeño ajuar distribuido sobre la roca opresora, el frío de la noche, el agua de su cantimplora que se acaba, la luz del sol que lo visita unos minutos por la mañana. Ahí está la verdad de la película, lo demás sobraba.
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