lunes, 13 de diciembre de 2010

La agonía de Francia

—Qui êtes-vous? Nos echaron a la cara los haces de luz de sus linternas y nos examinaron recelosamente. Salíamos del despacho del ministro del Interior, señor Mandel, y bajamos por una escalera de servicio de la Prefectura de Burdeos donde se había instalado el ministerio después de la evacuación de Tours. Hasta aquel instante Mandel había sido el jefe supremo de las fuerzas de orden público; a partir de entonces era un perseguido, un presunto criminal. (Comienzo de La agonía de Francia).
Es una lástima que Manuel Chaves Nogales muriera tan joven, en Londres, a los 47, cuando era dueño de una prosa limpia y precisa, como fue un drama que, como tantos otros, tuviera que abandonar España en 1939 hacia París, como él dice la segunda patria de todos cuantos amaban la libertad, y luego también París cuando lo invadían los hitlerianos. No sólo España perdió a sus mejores hombres, y Europa, unos muertos, otros exiliados, otros seducidos y destruidos por las duras ideologías de la época, el fascismo y el comunismo, sino que trabados en el odio durante décadas hemos tardado en conocer que había una tercera España ya en aquellos años y que hoy mismo es posible laborar por esa España.


A Chaves Nogales lo estamos descubriendo en los últimos años, cuando los censores, azules y rojos, han perdido el poder que tuvieron, porque este periodista y escritor andaluz, director del azañista, Ahora, no caía bien ni a unos ni a otros. Fue un republicano liberal y sirvió la causa de la República hasta que el gobierno, a principios de 1937, se trasladó a Valencia. Entonces se exilió:
En mi deserción pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejercían el terror rojo en Madrid como la que vertían los aviones de Franco asesinando a mujeres y niños inocentes. (...) De mi pequeña experiencia personal, puedo decir que un hombre como yo, por insignificante que fuese, había contraído méritos suficientes para haber sido fusilado por los unos y por los otros.
Todo lo que voy leyendo de él me parece espléndido, primero sus relatos de la guerra, donde muestra la vileza, la crueldad y el fanatismo de unos y otros, A sangre y fuego, Héroes, bestias y mártires de España, nueve relatos donde retrata a los cobardes y a los valientes de aquellos años, luego, esa biografía de Juan Belmonte, matador de toros, que es mejor que cualquier novela de la época y ahora, La agonía de Francia.

Chaves Nogales llegó a Francia como antes habían llegado tantos exiliados rusos o alemanes, europeos del este e italianos, en busca de la libertad, pero se topa con la mala suerte de la declaración de guerra del 1 de septiembre de 1939 y, peor aún que eso, con la claudicación de Francia ante el hitlerismo, tal como él lo denomina. De eso va este libro, de la dimisión de Francia, escrito en su nuevo exilio de Londres, junio de 1940, y publicado en 1941 y sólo ahora republicado en España. Es un ensayo breve, no llega a las doscientas páginas donde va buscando las razones de su desilusión, ¿cómo pudo este país caer tan fácilmente, sin apenas disparar un tiro, ante las hordas nazis? Un ejército mal equipado y desmoralizado; una guerra civil larvada entre la Francia nacionalista y la del Frente Popular; las masas entregadas, alentadas a abandonar París sin motivo y provocar con ello un enorme caos; la traición de los intelectuales que renegaron de la fe en sí mismos, en sus convicciones; el egoísmo de las clases medias indispuestas al mínimo sacrificio, un gobierno sin coraje, desbordado. Francia ya había claudicado antes de que las tropas nazis llegasen. Un pesimismo que se apoderó de toda la sociedad. Tras la primera derrota, un ministro dirá: "De catástrofe en catástrofe hasta la victoria final". Ese era el espíritu que se respiraba: "antes la esclavitud que la guerra". Basta con ver las fotografías de entonces,
No he visto una sola imagen del ejército francés en la que aparezca la sombra de una sonrisa, la luz de una mirada franca, jovial y segura de sí misma. Desde el primer día las tropas francesas daban la sensación penosa de un ejército desesperado, sin esperanza alguna de victoria.
En suma, como había ocurrido antes en España, el enfrentamiento ideológico y el desprecio por los valores liberales de la democracia es lo que llevó al desastre. El libro comienza y acaba con el 16 de junio de 1940, el día en que el héroe de 1914, el mariscal Pétain, da el golpe de Estado en Burdeos dando origen al régimen colaboracionista de Vichy.

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