Recuerda que sólo eres un hombre

Pudo haber sido uno de nuestros héroes, y de hecho lo fue. Lo fue cuando salió vencedor por mayoría aplastante, en 1982. Por fin podíamos deshacernos de las rémoras del franquismo, no nos bastaba con la nueva constitución, también queríamos caras nuevas. Los europeos nos aceptaron como sus iguales, ya nunca más estaríamos avengozados por vivir en una longeva dictadura. Convalidó la entrada en la OTAN, con su legitimidad democrática posfranquista. Pero el poder corrompe a los mejores, bien lo sabemos, y la corrupción tarda en curarse. El corrupto cree que lo que toma le pertenece, que lo que hace es lo justo, prepotencte cree que la historia le absolverá.

Parecen muy lejanos los tiempos en que los emperadores romanos con el declinar de un dedo quitaban la vida a un hombre, incluso los candidatos a serlo se deshacían con venenos y espadas, torturas y secuestros de quienes pudiesen hacerles sombra; los grandes generales podían llevar a la muerte a millares con tal de alcanzar la preeminencia, y los historiadores posteriores justificar su ascenso y hablar de su instinto político y su visión de estado o del amor al pueblo y los reyes católicos declarar guerras para arrebatar el poder a quienes estaban más legitimados que ellos para poseerlo. Es fácil creer en la cima que se es el propio dios o su representante, que la vida de los demás no vale más que nuestra voluntad para quitársela.

Creímos que el estado moderno se fundaba en la ley. Ningún fin por estimable que fuese, los argumentos de ningún hombre valían para saltársela. Felipe González trocó su carácter heroico en vileza cuando alentó o consintió el GAL. Deslegitimó a su gobierno y también a su partido. El PSOE perdió la inocencia y dejó de ser el partido de la esperanza. Ahora es un vulgar partido cuyo único objetivo es permanecer en el poder.
Este hombre no parece que conozca que cuando los victoriosos generales romanos desfilaban ante sus paisanos, el esclavo que sostenía los laureles de la victoria sobre su cabeza le iba  recordando: "recuerda que sólo eres un hombre".

Ya hace mucho que no estoy en el poder pero te voy a decir una cosa que a lo mejor te sorprende. Todavía no sé siquiera si hice bien o hice mal, no te estoy planteando un problema moral, porque aún no tengo la seguridad. Tuve una sola oportunidad en mi vida de dar una orden para liquidar a toda la cúpula de ETA. Antes de la caída de Bidart, en 1992, querían estropear los Juegos Olímpicos, tener una proyección universal... No sé cuánto tiempo antes, quizá en 1990 ó 1989, llegó hasta mí una información, que tenía que llegar hasta mí por las implicaciones que tenía. No se trataba de unas operaciones ordinarias de la lucha contra el terrorismo: nuestra gente había detectado -no digo quiénes- el lugar y el día de una reunión de la cúpula de ETA en el sur de Francia. De toda la dirección. Operación que llevaban siguiendo mucho tiempo. Se localiza lugar y día, pero la posibilidad que teníamos de detenerlos era cero, estaban fuera de nuestro territorio. Y la posibilidad de que la operación la hiciera Francia en aquel momento era muy escasa. Ahora habría sido más fácil. Aunque lo hubieran detectado nuestros servicios, si se reúne la cúpula de ETA en una localidad francesa, Francia les cae encima y los detiene a todos. En aquel momento no. En aquel momento solo cabía la posibilidad de volarlos a todos juntos en la casa en la que se iban a reunir. Ni te cuento las implicaciones que tenía actuar en territorio francés, no te explico toda la literatura, pero el hecho descarnado era: existe la posibilidad de volarlos a todos y descabezarlos. La decisión es sí o no. Lo simplifico, dije: no. Y añado a esto: todavía no sé si hice lo correcto. No te estoy planteando el problema de que yo nunca lo haría por razones morales. No, no es verdad. Una de las cosas que me torturó durante las 24 horas siguientes fue cuántos asesinatos de personas inocentes podría haber ahorrado en los próximos cuatro o cinco años. Esa es la literatura. El resultado es que dije que no.