miércoles, 20 de octubre de 2010
¿Por qué corren tanto esos coches?
Cada día acudo al trabajo en bici; andando tardaría demasiado y la vuelta que da el autobús, para ir de un barrio a otro, me resulta tan incomprensible que cejo en pensar en la lógica de los planificadores de rutas; ir en coche es un suplicio: semáforos, calles cortadas, gente atravesando por cualquier lugar. La bici es peligrosa en una ciudad donde sólo hay carriles bici donde no se necesitan, en el extrarradio, pero es el único medio civilizado para quien no le alcance el caminar. Estos días cuando vuelvo a casa, veo en la calle de la estación, pegados, a lado y lado del paso de cebra, en sendas farolas, esquelas y ramos de flores. Los curiosos fruncen el ceño y arrugan la nariz para buscar identidades en las esquelas de papel. Supongo que se trata de un atropello múltiple, no me he detenido a mirar quiénes son los finados, no me atrae el morbo de la muerte.
Dos o tres veces por semana salgo con la bici fuera de la ciudad, por lo general por la carretera que sigue el valle del río. El recorrido es llano salvo un par de subidas al cabo de treinta kilómetros, por lo que a la rutina del trayecto rectilíneo se une la monotonía del paisaje que tan incomprensiblemente alabaron los escritores del 98. También las carreteras provinciales son peligrosas, no hay arcenes y siempre hay coches que corren a velocidades que no pueden captar los inexistentes radares. Ayer de vuelta a casa, encontré dos ramos de flores, en el mismo sentido de la marcha, separados por unos pocos metros, uno convencional, bastante descuidado, pegado a un poste, el otro, primoroso, de flores blancas recogidas por los alrededores, bien trenzado y clavado en el ribazo que separa la carretera de la cuneta. Supuse que las víctimas que recordaban ambos ramos lo habían sido en el mismo accidente. No suelo seguir la prensa local, así que no sé de las circunstancias de ambos sucesos.
¿Por qué corren tanto los coches? ¿Por qué la gente tiene tanta prisa, a dónde quieren llegar con unos pocos minutos de adelanto? Parece que este año, tras el gran éxito de campañas anteriores, está volviendo a aumentar el número de accidentes y de muertos. No sé si la desesperanza de la crisis tiene algo que ver. Pero hay algo que salta a la vista. En Barcelona, y en Cataluña en general, por mi experiencia, se conduce con más sosiego que por tierras castellanas. No hay ningún misterio, ni específico carácter regional, en la diferencia, simplemente es una cuestión de número de radares. Soy decidido partidario de los radares.
P.S. Vuelvo a casa de un concierto, esta vez andando. Un cruce de mucho tráfico. Junto al paso de cebra hay una mujer tendida en el suelo; destacan una mano blanca estirada y una mancha roja de sangre sobre el asfalto, bajo la cabeza rota. Algunas personas tratan inútilmente de contener la hemorragia. Los municipales dirigen el tráfico -un coche patrulla se interpone delante de la mujer tendida- pero, incomprensiblemente, no lo cortan.
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