El primero exhibe un pesimismo de media tarde, a la hora del chocolate con bollería fina: Éxito de la prostitución, decadencia de las universidades españolas, descrédito de políticos y maestros, españoles delante del televisor, copa del mundial de fútbol. Todo es una y la misma cosa:
"Un país que asiste impávido a la sedimentación del delito, como ocurrió también, durante décadas, con la especulación inmobiliaria, ¿para qué necesita buenas universidades? Si lo que prevalece es la corrupción y la ganancia fácil por encima del mérito, ¿a qué viene rasgarse las vestiduras cuando las estadísticas incordian con sus fríos números señalando a tantos jóvenes predispuestos a la apatía a falta de otras posibilidades? ¿Cuántos españoles se sienten responsables del desastre educativo? (...) El responsable directo es el ciudadano-avestruz, el protagonista de una democracia fraudulenta en la que se enfatizan los derechos y se rehúyen los deberes, siempre mirando hacia otro lado o con la cabeza bajo el ala. El ciudadano-avestruz nada quiere saber de la destrucción del litoral mientras esto no vulnere sus intereses; nada le afecta la corrupción mientras no se grave su bolsillo; en nada le concierne el asentamiento de las mafias mientras él pueda ir tirando; le importa un comino tener o no tener buenas universidades mientras la diversión esté asegurada".El segundo hace coincidir progresismo y teología de la liberación, a propósito de un congreso de teólogos que se repite en Madrid desde hace 30 años, cuya trascendencia es inversamente proporcional a la cantidad de artículos que le ofrece el antiguo periódico de referencia:
"La originalidad de los congresos radica en su carácter universal e intercultural, que los convierten en puente de comunicación y de diálogo entre culturas, religiones, continentes. Junto a teólogos e intelectuales españoles intervienen expertos europeos, africanos, latinoamericanos y a veces asiáticos, que cuestionan el etnocentrismo europeo, aportan la visión crítica desde el Sur e interpelan al Primer Mundo".
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