viernes, 17 de septiembre de 2010

Langue de bois

Orfandad, crisis de la izquierda, falta de ideas y proyectos, éxito de la derecha en sucesivas elecciones europeas, ¿por qué? Para entenderlo, quizá, simplemente, baste con sobrevolar los textos redichos de algunos conspicuos militantes de la vaporosa nube progresista. Aquí, un par de ejemplos.

El primero exhibe un pesimismo de media tarde, a la hora del chocolate con bollería fina: Éxito de la prostitución, decadencia de las universidades españolas, descrédito de políticos y maestros, españoles delante del televisor, copa del mundial de fútbol. Todo es una y la misma cosa:
"Un país que asiste impávido a la sedimentación del delito, como ocurrió también, durante décadas, con la especulación inmobiliaria, ¿para qué necesita buenas universidades? Si lo que prevalece es la corrupción y la ganancia fácil por encima del mérito, ¿a qué viene rasgarse las vestiduras cuando las estadísticas incordian con sus fríos números señalando a tantos jóvenes predispuestos a la apatía a falta de otras posibilidades? ¿Cuántos españoles se sienten responsables del desastre educativo? (...) El responsable directo es el ciudadano-avestruz, el protagonista de una democracia fraudulenta en la que se enfatizan los derechos y se rehúyen los deberes, siempre mirando hacia otro lado o con la cabeza bajo el ala. El ciudadano-avestruz nada quiere saber de la destrucción del litoral mientras esto no vulnere sus intereses; nada le afecta la corrupción mientras no se grave su bolsillo; en nada le concierne el asentamiento de las mafias mientras él pueda ir tirando; le importa un comino tener o no tener buenas universidades mientras la diversión esté asegurada".
El segundo hace coincidir progresismo y teología de la liberación, a propósito de un congreso de teólogos que se repite en Madrid desde hace 30 años, cuya trascendencia es inversamente proporcional a la cantidad de artículos que le ofrece el antiguo periódico de referencia:
"La originalidad de los congresos radica en su carácter universal e intercultural, que los convierten en puente de comunicación y de diálogo entre culturas, religiones, continentes. Junto a teólogos e intelectuales españoles intervienen expertos europeos, africanos, latinoamericanos y a veces asiáticos, que cuestionan el etnocentrismo europeo, aportan la visión crítica desde el Sur e interpelan al Primer Mundo".

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