domingo, 22 de agosto de 2010

Canadá VII


Estas ciudades, como Montreal, dejan de ser las princesas despertadas tras un largo sueño -del largo invierno al verano escurridizo- el día que se pone a llover. Como la temperatura sigue siendo agradable, y los días veraniegos un bien escaso, hay mucha gente que sigue caminando bajo la lluvia, pero otros se guarecen en los vastos pasillos y plazas del subsuelo.


Tiendas, restaurantes, cines, teatros subterráneos: la ciudad reproduce la vida en las modernas cavernas. Todo igual que en la superficie -hasta los falsos pájaros- pero un poco más gris.

Cuando el día languidece ahí abajo se dejan ver los restos del naufragio: hombres que leen periódicos a solas o garabatean en pantallas de ordenador o mordisquean sanwiches o van dando tumbos o se arrodillan para pedir limosna. Una cara poco agradable que asoma bajo el brillante envoltorio de la superficie, la de estas ciudades norteñas, modernas y frías, con mucho cristal y acero apuntando hacia arriba, tanto como galerías tenebrosas por donde deambulan hombres perdidos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El centro comercial de la foto está en Toronto, no Montreal