lunes, 16 de agosto de 2010

Canadá I

Cae uno sobre esta enorme superficie de agua y verde que es Canadá -el segundo país tras Rusia en reserva de aguas dulces- y aquí quisiera vivir, en esta abundancia; luego, sobre el asfalto la imaginación queda reducida al límite.

Toronto, de casi cinco millones de habitantes, es una ciudad extensa al modo de las grandes ciudades de EE UU. Cuando el coche se extinga tendrá que adaptarse de otro modo. No son éstas como las ciudades europeas que nacieron como prolongación del caminar del hombre, son inabarcables, la ocasión del contacto humano es más precaria. Sólo en el downtown, junto a los rascacielos que ensombrecen las anchas y largas calles y algunas plazas, hay algo de margen para la ocasión, aunque no parece que puedan suceder muchas cosas ahí abajo como no sean atropellos por la escasa visibilidad de los pasos de peatones, que aquí no podrían llamarse pasos de cebra.

Toronto es una ciudad que ha crecido con prisa para convertirse en capital económica a medida que las restricciones lingüísticas de Montreal hacían que las grandes empresas buscaran un domicilio más seguro.

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