viernes, 9 de julio de 2010

La Roja, una denominación no exenta de cierto guiño

Se oye el alegre chis-chas de la hipocresía socialdemócrata -dice una cosa pero piensa la contraria- en esta risa hueca que emerge de la frase de un reportaje sobre la patria futbolera,
nace La Roja (una denominación aceptada con naturalidad, no exenta de cierto guiño),
cuando pocas páginas antes, el mismo día, el mismo periódico, en un artículo de opinión decía,
el sentimiento nacional ha quitado de las manos las banderas a las que las hacían propias.
Ese impúdico, superior afán por imponer una forma de ver las cosas, la suya. Las cosas son como nosotros decimos que sean, los otros son reaccionarios, antiguos, premodernos. Labor de clérigos.

Si el estado de la opinión de un país se mide por el número de lectores que apoyan una corriente, entonces la biblia de los españoles es la prensa deportiva -y Telecinco-, no porque el Marca sea el diario más leído y difundido, sino porque desde hace un tiempo todos los periódicos son deportivos. Véase la cantidad de páginas que dedican a la cosa.

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