martes, 1 de junio de 2010

La adicción a la lectura


Ahora que estamos en tiempo de Ferias del Libro y que con tanta alegría se hace publicidad de las empresas que los fabrican convendría saber algo más sobre el asunto. Hay una superstición muy popular que cuenta con todos los avales y que contra lo que pudiera parecer no es necesariamente benigna, la superstición de la lectura. Leer es bueno, leer nos hace más listos y mejores, nos dicen los subvencionados. Sitúa Rüdiger Safranski el comienzo de la adicción a la lectura en la década final del setecientos y en Alemania. En esa época se había duplicado el número de lectores, el 25 % de la población estaba en condiciones de ponerse a devorar libros. El cambio se hizo evidente cuando la gente paso de leer 20 veces el mismo libro -la Biblia o el almanaque eran los hits- a leer 20 libros una sola vez. Alemania, entonces, era un país fragmentado en muchos estados donde apenas sucedía nada, frente a los viejos países europeos donde sucedían revoluciones, como la inglesa o la francesa o conquistaban exóticas y lejanas regiones del globo. Alemania tampoco tenía grandes ciudades donde la gente se amontonara y donde sucedieran cosas en sus intrincadas calles. Así que los alemanes comenzaron a leer con avidez, y a escribir -muchas cartas-, al mismo tiempo,  donde contaban lo que imaginaban y lo que les sucedía. De modo que la imaginación fue sustituyendo a la vida. Cuenta Safranski de un autor famoso en esa época que escribía más rápido que leía. Escribió tanto -más de 100 libros- que no tuvo tiempo material de leer su propia obra. Los libros que tuvieron éxito encendían la imaginación de los jóvenes con historias de amor, de aventuras, de conspiraciones y misterio. Se acababa la época de la ilustración y comenzaba la del romanticismo, cuyo oleaje llega hasta nuestras playas.

Como vemos no han cambiado tanto las cosas desde entonces, la literatura de género, que es la que enriquece a los editores, tan ricos como incultos, siguen siendo las mismas. La afición a la lectura es otra más de las adicciones que nos trasmitió el romanticismo. Pero no sólo las supuestas lecturas inocuas llenan las librerías, ¿cuántas ideologías baratas -New Age, por ejemplo- o duras o dañinas se han trasmitido por lecturas no sometidas a contradicción?

1 comentario:

tu troll que no lee y no duerme por culpa de la hipoteca dijo...

hoygan! no comenta lo caro que están dichos artículos, se han convertido en artículos de lujo frente a la hipoteca!