lunes, 3 de mayo de 2010

La casa de los Panero en Astorga

Alguna vez fueron ricos, más largamente famosos, el olvido va ciñendo sus nombres, los objetos y las cosas a los que estaban unidos, como la casa familiar de Astorga que se va cayendo a trozos y de la que brota una grúa terrible que más que cumplir con los afeites y reformas que anuncia un cartelón raído es un ajuste de cuentas con el pasado.
De Leopoldo Panero se dijo que era el poeta del régimen, aunque en su juventud tuvo veleidades izquierdistas y durante la guerra a punto estuvo de ser ajusticiado por los franquistas. Sin embargo, de él se sabe más por lo que sus hijos contaron en dos películas -El desencanto (1976) y Después de tantos años (1999)-, que a todos ellos dieron breve gloria, que por el eco de su moribunda poesía.

Juguetearon con el brillo que se asocia a la poesía, con la inmortalidad y la gratuidad de la vida. Su historia es la fábula que se cuenta para realzar el trabajo y la vida sin destellos. Otra vez la cigarra y la hormiga. Por ello fueron sucesivamente envidiados y odiados, compadecidos y contemplados con desdén y curiosidad. Leopoldo, el padre, murió de vuelta a Astorga, en 1962.
La gracia cenicienta de la encina,
hondamente celeste y castellana,
remansa su hermosura cotidiana
en la paz otoñal de la colina.
Juan Luis Panero ha sido un fino crítico y poeta de publicación tardía.
Dura ha de ser la vida, cuando los años pasen
y destruyan al fin la ilusa patria de tu adolescencia,
cuando veas, igual que hoy, este fantasma
que tiempo atrás te consoló con su belleza.
Leopoldo María es el que ha gozado de mayor celebridad, acaso por el maltidismo que se asocia a su paso por diferentes psiquiátricos y a una voluntad autodestructiva.
El acto del amor es lo más parecido
a un asesinato.
En la cama, en su terror gozoso, se trata de borrar
el alma del que está,
hombre o mujer,
debajo.
Michi Panero, el más joven de los hermanos, es el que mejor representaba la figura del ángel caído, el que no ha sido preparado para vivir su propia y solitaria vida. Nacho Vegas le cantó en La cancion de Michi Panero




Los astorganos no guardan buena memoria de su paso, dicen que nada les deben, que no tienen herencia que conservar y que cuando llegue el dinero harán de su casa un centro cultural, nada más. En paz descansen.

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