martes, 4 de mayo de 2010

Picnic junto al monasterio medieval

Este punto de vista de Cartier-Bresson. La familia dispuesta a comer junto a la carretera, o camino, delante del monasterio medieval. Telavi, Georgia, 1972. Hombres varados en ese largo paréntesis de la historia que fue el comunismo soviético. Vida congelada o rutinaria, con un valor no muy diferente al de un poste telefónico. A estos, como a tantos millones de hombres, les robaron la vida en nombre del pueblo, esa abstracción.


Tomó la foto poco antes de que dejase de fotografiar. Dice Muñoz Molina que Cartier-Bresson estuvo los últimos 30 años de su vida sin hacer una sola foto para dedicarse al dibujo. "Una mano de terciopelo, un ojo de halcón", decía. Hacer una foto era para él: 
"El reconocimiento simultáneo, en una fracción de segundo, de la significación de un hecho, así como de la precisa organización de las formas que le dan a ese hecho su expresión adecuada".
Como dice Arcadi Espada, la fotografía ha sido durante mucho tiempo el medio más preciso para acercarnos a la realidad, en eso era un maestro Cartier-Bresson. Por eso resulta tan repugnante su manipulación, por eso el poder ha tratado a menudo de apropiárselo. Ahora mismo acaba de ocurrir con las fotografías oficiales del príncipe Felipe.

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