miércoles, 28 de abril de 2010

Ominosas sombras


¿Es posible que la mayor etapa de prosperidad, la del mayor aumento en el nivel de vida de la población, la del periodo con más gente trabajando, casi pleno empleo, cuando más gente, personas de otros países, ha decidido compartir nuestro modo de vida -¡46.000.000 de habitantes!, ¿quién nos lo iba a decir?-, el momento de mayor optimismo de nuestra historia -¡más de 70 sin guerra!-, reflejada en la mejora evidente de las infraestructuras, de los centros culturales, con más artistas internacionales, con mayores triunfos que nunca en el deporte, es posible que esta etapa nos abandone tan precipitadamente?

Es esfuerzo inútil señalar a los responsables, ¿a dónde nos llevaría? Es repugnante ese empeño de algunos por devolvernos al pasado. Es un pecado caer en el fatalismo y esperar a que los tiempos cambien y la cosa se recomponga. Tan dañinos son los que no hacen nada y abanican la mierda para que se esparza en todas direcciones, como los que esperan  mudos, con un puro en la boca, a que su tiempo llegue. ¿Qué esfuerzo titánico requerirá recomponer el país, qué sacrificios?

Cada día que pasa es un día perdido, el deterioro más grande, la economía más débil, el desempleo mayor, la deuda de todos más grande, la credibilidad y la fe más débiles.

Si no quieren elecciones anticipadas, si no quieren un gobierno de concentración, ¿por qué el partido que nos gobierna no toma la iniciativa y pone al frente a alguien que sea creíble para todos e inyecte confianza y enderece la vía? Políticos no faltan, Javier Solana, por ejemplo. Todo menos ver cómo todo se va a la mierda.

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