domingo, 18 de abril de 2010

Del padre Hoyos al juez Garzón

Celebran la beatificación de un padre Hoyos. ¡Un cura nacido en 1711! Las iglesias abren las puertas, revoloteo de túnicas blancas y negras, carteles que avisan, fotografías. Una multitud va y viene, arrastrando a la ciudad hasta los lugares de ceremonia. Pantallas blancas, videos, un acto central de afirmación. Un intento fallido por hacer participar a todo el mundo en una fiesta muy privada.

El periódico más importante del país dedica seis páginas, seis, al enjuiciamiento y condena de los jueces del Supremo encargados del caso Garzón. Los llama los jueces del punto final. Los fotografía, etiqueta, investiga, condena. El mismo intento inútil por hacer de su causa una causa de justicia universal.

En el primer caso, aparte de los alzacuellos que dirigen con autoridad antañona, es gente humilde la movilizada. Se ve en sus gestos, en sus rostros, en su ensimismamiento. Fósiles de un tiempo que se ha ido.
Durante siglos gobernaron el mundo con mano de seda y hierro, ahora ya no se atreven a subirse al púlpito. Es una ideología derrotada.

Esta otra que se empeña en forzar las reglas de juego hasta que coincidan con sus intereses es más moderna. Moviliza periodistas, políticos, el glamour de gente famosa. Ha dominado el mundo del pensamiento y de la cultura durante décadas, está boqueando fuera del agua y probablemente cree que dispone de más munición que las esmirriadas fuerzas que muestran en su argumentario. Como aquí:
Juan Saavedra Ruiz, presidente de la Sala Penal del Supremo. El 20 de diciembre de 1999, Saavedra concedió una entrevista a este periódico después de ser elegido magistrado del alto tribunal:
Pregunta. "¿Qué opina usted sobre el nuevo tipo judicial que se ha denominado juez estrella, como podría ser Baltasar Garzón?".
Respuesta. "Soy totalmente contrario. Quizá tengo una concepción demasiado ortodoxa del ejercicio de la función judicial, y el juez estrella está jugando siempre con el principio de oportunidad".

De esa respuesta inducida del juez, hace 11 años, se sirve el periódico para desacreditarlo como presidente de la Sala Penal del Tribunal Supremo que entiende del caso. Mucho tiene que haber decaído la inteligencia crítica del periódico para hacer un salto lógico tan grande. Aunque quizá de lo que se trata no es de persuadir, convencer o informar, sino de humillar y destruir al adversario para ver si desiste en su empeño. Pero entonces, ¿no se preguntan por la crisis que les afecta, por la huida de sus lectores, por la ruina del negocio?, ¿acaso, se abrazan a las columnas del templo como Sansón?

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