lunes, 29 de marzo de 2010

Brothers

El tema interesa. Un padre que pasó por Vietnam ha educado a sus dos hijos estimulando la propensión  heroica que todo joven americano debería tener. De los dos uno ha seguido sus consejos y ha terminado como capitán en el árido paisaje natural y moral de Afganistán. En casa ha dejado una bella mujer y dos niños. El otro hermano acaba de salir de la cárcel, castigado por un oscuro asunto, probablemente un atraco en una vivienda. El reduccionismo propio de los guionistas con prisas establece una fácil relación entre la educación militar que impone el padre y el desarreglo psicológico del segundo hijo. Un eco bastante simplista de las conflictivas relaciones entre padre hijos que tanto ha tratado el cine y la literatura -desde el Antiguo Testamento- en Al este del Edén, por ejemplo, o en Aflicción, dos pelis infinitamente menos simplistas que ésta. Para salpimentar la velada, el chico malo no lo es tanto y quiere redimirse, así que con buena voluntad hace lo posible por ocupar el lugar de su hermano echando una mano allí donde haga falta, por el contrario el chico bueno será sometido a una prueba a la altura de los héroes, que por supuesto no superará. Con las secuelas que el cine americano nos ha mostrado en tantos jóvenes que han pasado por elcampo de batalla, el chico que era el orgullo de papá, vuelve a casa. No creo que haya que contar más. Es fácil ponerse en el lugar del guionista y trazar la continuación de la historia.

La peli es una copia de una anterior peli danesa, de la excelente Susanne Bier, de la que se copia hasta el título, con una ligera translación al contexto americano. No hay color. La tensión dramática ha desaparecido aquí y los actores se mueven con una blandura impropia de gente como Jake Gyllenhaal, Natalie Portman, Tobey Maguire, Mare Winningham o Sam Shepard. Un drama que podría estar a la altura de las tragedias clásicas se convierte en una cosa parecida a una comedia con palomitas. No sucede siquiera esa empatía con alguno de los personaje, donde generalmente reside el continuado éxito de toda peli de Hollywood, y no porque el director quiera aplicar el distanciamiento brechtiano, sino porque nadie del equipo ha sentido como propia esta historia. La promesa de tragedia queda reducida a castos besos inocentes, unas cuantas frases mal dichas entre el padre vietnamizado y los hijos mal educados y mucha redención después de asumir culpas. Así que si alguno le interesa el tema mejor que se acerque a una copia de la cruda peli de Susane Bier en vez de perder el tiempo y bostezar con este artificio que no vale ni para acompañar las palomitas.


1 comentario:

ROBERTO ROEL dijo...

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