miércoles, 17 de febrero de 2010

Una dolorosa anomalía

¿Qué deficiencia analítica puede convertir un drama social -el paro- en una herida rilkeana (la herida que causa la espina que oculta la rosa)?

Y sin embargo entre la retahíla de cifras del cuadro macroeconómico el presidente desliza hoy en el Parlamento esa frase refiriéndose al paro. Una dolorosa anomalía. Si yo fuese un psicoanalista trataría de sacarle jugo. No se sigue del discurso que, a pesar de lo que pudiera parecer, el dolor se refiera al que sufre cada uno de los parados que juntos suman más de cuatro millones, porque para cada uno de ellos estar parado no es una anomalía, sino más bien un estado duradero del que difícilmente en las actuales condiciones se podrá salir. No parece tampoco la mejor definición del actual estado de cosas. Cómo podría definirse como anomalía una situación que afecta a tantos millones de personas y sus correspondientes familias. Pareciera más bien que ese conjunto de millones de parados es como una china en el zapato de un hombre que se había propuesto salvar al mundo -su alianza de civilizaciones-, un contratiempo temporal, una anomalía en su recto camino, un dolor personal, el suyo, por tanto, una herida en su inmaculada trayectoria de hombre público.

Eso diría yo si me dedicase al análisis psicológico o si tuviese fe en ese tipo de juegos mentales, pero como soy bastante descreído, si miro con frialdad ese sintagma -una dolorosa anomalía- lo único que veo es la enorme ceguera de un político incapaz de enfrentarse a la realidad. Una ceguera que se extiende entre sus compañeros de partido. Así Jesús Caldera, vicepresidente ejecutivo de la Fundación IDEAS, cuando habla de los agobios de la coyuntura para referirse al mismo problema. Esa cifra de paro, y su correlato de dolor, angustia y destrucción de la autoestima personal, es un dato de la actual estructura económica de España. Y por consiguiente, junto a la quiebra económica y el drama social, la necesidad de tomar medidas políticas urgentes para remediarlo.

¿Quién ha ganado el debate?, esas tonterías que preguntan los periódicos. Que se lo digan a cada uno de los cuatro millones y pico de parados, ¡quién ha ganado el debate!

1 comentario:

Anónimo dijo...

La única dolorosa anomalía es la mierda de Presidente que tenemos que sufrir con todo su séquito de ministrit@s... cada uno de ellos sólo preocupado por mantenerse en su silla el mayor tiempo posible; además de no resolver, empeoran la situación.