miércoles, 13 de enero de 2010

Pasiones y política

Hay una tendencia en los periódicos del presente a sustituir la información por el relato. Reportajes, sucesos contextualizados, diálogos figurados, sexo, poder, dinero, una excrecencia del viejo nuevo periodismo. Quizá se deba a un último intento por retener a los lectores que escapan hacia medios más vivos. Aunque no creo que la operación tenga éxito.


Es el caso que rodea a la infausta Mrs. Robinson, devorada por la pasión más vieja. Los llamados periódicos serios hurgan en el culebrón sin disimulo y cada día celebran un hallazgo, cual si fuera una novela por entregas. Detalles escabrosos y escarnio de una política mujer, atrapada en su pulsión sexual, a la que nadie quiere defender. Qué odiosa comparación cuando hablan del simpático Clinton. Primero novelan sobre los sucesivos amantes, después que el joven que desencadenó la historia alegó un cáncer de testículos para liberarse de su compulsiva amante, al tiempo que describen el decaímiento psicológico de la protagonista, hundida en una depresión de la que dicen no podrá salir. La historia valdría para una de las series televivas a la moda: tensas relaciones humanas, modernidad, atrevimiento.


La pasión por el poder viene envuelta en húmedades y rancios olores que llegan de los armarios ropavejeros de Vic, la población catalana, gobernada por gente de izquierdas, que niega los derechos más elementales a los inmigrantes, temerosa de perder sus puestos ante la competencia xenófoba de la Plataforma per Catalunya. Para el inmigrante no estar empadronado en la población supone no tener derecho a los servicios sociales, a la tarjeta sanitaria o a la escolarización de sus hijos. El padrón acredita el arraigo para poder acceder a la regularización tras tres años. La pregunta es irrelevante desde hace muchos años, pero ahí está, ¿qué es ser de izquierdas?


Otra serie con suspense que nos tendría atrapados ante la pantalla si se convirtiese en guión sería la del matrimonio presidencial Kirchner/Fernández que de la nada se ha convertido en uno de los más ricos de la igualmente infausta Argentina. Ilustra la tercera pasión, la de la avaricia. Un juez acaba de afirmar que no hay tema en el caso de su abrupto y explosivo enriquecimiento. Han declarado un aumento del 158% de sus ingresos personales tan sólo en 2008. En el periodo de su presidencia dual desde mayo de 2003, el patrimonio de la pareja ha pasado de 1,2 millones a 8,5 millones de euros (un 571% más).
Un columnista explica el comportamiento de este juez que atendiendo al emblema de la justicia se tapa los ojos:
los cargos de corrupción contra la pareja presidencial fueron impulsados por los propios Kirchner, para aprovechar su influencia política mientras están en el poder para ser sobreseídos, y lograr que las denuncias de enriquecimiento ilícito pasen a ser cosa juzgada. Lo cierto es que el sistema judicial argentino se mostró generoso con los Kirchner: no sólo el juez Norberto Oyarbide exoneró a la pareja presidencial de cualquier maniobra ilegal, sino que dos fiscales federales asignados al caso posteriormente se abstuvieron de apelar el caso, lo que automáticamente condujo a cerrar el proceso.

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