jueves, 14 de enero de 2010

In the Loop


Una asesora redacta un informe con argumentos en contra de iniciar una guerra en el Próximo Oriente. El informe ha de servir de apoyo a una facción de políticos en la comisión que ha de decidir sobre el asunto. Asesores que cambian de bando, jefes de prensa al borde de un ataque de nervios, comisiones con nombres ocurrentes para despistar, políticos que miden -mal- las repercusiones de sus palabras, diplomáticos de este y de aquel lado del Atlántico. Tretas, mentiras, empujones y revolcones con causa, todo vale para el asunto que mueve a cada uno de los personajes, medrar a toda costa, subir un peldaño más. Alcanzar la victoria, sea lo que sea lo que esté en juego es el instinto que les mueve.

Al final, rizando el rizo, los partidarios de la opción opuesta roban el informe, eliminan palabras, suben y bajan párrafos, cambian nombres, y lo utilizan para defender lo contrario de lo que la primitiva redactora pretendía.

Eso es In the Loop, una burla ácida del mundo de los políticos, su palabrería, su inconsistencia, su ambición.
La peli tiene su interés en el tono burlesco, en los diálogos ingeniosos, en los juegos de palabras, en la caracterización de los personajes, caricaturas de esa gente que conocemos a través de los televisores. Un torrente verbal que sólo puede ser disfrutado en su idioma original. Aunque, si se ve con subtítulos, seguir el torrente resulta agotador.


Después de ver la peli resulta divertido, o deprimente, poner alguno de los caretos que acabamos de ver sobre la jeta de los personajes públicos que conocemos. Ayer mismo el periódico traía dos ejemplos: la foto del político en el que probablemente se inspiraron los guionistas para el personaje del jefe de comunicación, y un ejemplo real de manipulación de informes a propósito de la guerra de Irak: 
El Gobierno holandés manipuló los informes para respaldar la invasión. Un informe oficial concluye que el país decidió en 2002 secundar la intervenció.

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