sábado, 23 de enero de 2010

Nine


Las promesas eran muchas como para no caer en la tentación. La mía, ir al cine en una tarde lluviosa, la de Fellini, caer en brazos de sus mujeres, la de Rob Marshall repetir el éxito del musical de Brodway, repetir su propio éxito. ¿Estaría la peli a la altura de Chicago, que en su momento me entusiasmó? ¿Merece Pe tantos elogios como ha recibido? ¿Habrá captado el director el estilo Fellini?

Cada peli exige una predisposición. Nine es una película de oscar y como tal hay que ir a verla. El ánimo ha de ser diferente que cuando se va a ver una peli de Rohmer o una de Clint Eastwood. Hay que dejarse llevar, suspender en cierto modo el juicio crítico, disfrutar de la música, del baile, de los sentidos, siendo conscientes de ello. Un musical es al cine lo que la ópera a la música, puro artificio, se muestra el esqueleto, las hechuras y en parte la emoción procede de que sea así. Las lágrimas son de mentira pero es bonito ver cómo se deslizan en los maquillados ojos de Penélope Cruz. El personaje atormentado de Daniel Day Lewis es impostación, pero ya se sabe que tras la palabra fin nada quedará de su angustia. Una de sus amantes le dice a Guido Contini, es decir Fellini, que sus películas son su estilo, por ello no necesita guión. Eso eran las pelis del director italiano y eso es este y otros musicales, una suma de escenas, una sucesión de números musicales, es decir, coreografía. Lejos de las honduras del cine con drama.

El disfute llega, pues, en primer lugar con las coreografías. Los números musicales, los hay buenos y los hay regulares. El género necesita pantalla grande, a ser posible envolvente y sonido poderoso. Si uno espera a  verla en casa -dvd o internet- encontrará en algunos números una fatídica semejanza con las galas televisivas, salvo en ese maravilloso Cinema italiano con la Kate Hudson. Después está Daniel Day Lewis componiendo un personaje que es Fellini y que es el Mastroiani del 8 1/2, pasado claro por el musical de Brodway. Y está el ramillete de actrices cada una evocando una musa. En algún caso la comparación es agradable, Marion Cotillard y Giulietta Massina, en otros decepcionante, una Sofía Loren haciendo de Sofía Loren estiradísima, y en otros inverosímil, incluso para un musical, tal Nicole Kidman haciendo de Claudia Cardinale. Magnífica Judy Dench y grande, grande Kate Hudson, cuyo número es pura dinamita. Un descubrimiento. ¿Penelope?, bueno.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡intragable!