jueves, 28 de enero de 2010

Más verdugos que víctimas

 "Hay que saber quién murió y quién mató" (Fernando Múgica Herzog).
Durante la mayor parte de la historia de la democracia se supo todo de los etarras, sus nombres y sus asesinatos (hubo un tiempo mórbido en que en vez se asesinato se decía acción), su búsqueda y captura, sus juicios y sus condenas, su liberación y sus homenajes. Nada se sabía de sus víctimas. Apestaban, ¡Algo habrá hecho!, la frase más infame de que se tenga noticia.

361 civiles, 209 guardias civiles, 149 policías nacionales, 97 militares, 16 policías autonómicos y 25 policías municipales asesinados por ETA en 50 años de actividad. Once personas murieron a manos de ETA en 1977, el año de las primeras elecciones; 68 en el año de la Constitución (1978), 80 en el del estatuto vasco (1979); 98 en 1980, el año previo a la intentona golpista del 23-F, y otras 32 en 1981, el año del golpe. Los asesinatos continuaron en los siguientes, con las excepciones de 1999, 2004 y 2005.
Por fin, desde hace algún tiempo las cosas están cambiando. A casi nadie le interesa ya la biografía de los asesinos. Es el tiempo que va de la victoria a la derrota de ETA y quizá del nacionalismo.
El cine ocasionalmente es obra de artistas, en general es nuestro espejo. Las primeras películas mostraban a los etarras como abnegados antifranquistas, después como militantes revolucionarios angustiados por su responsabilidad. Más tarde llegaron las películas que trabajaban el contexto social, con indecentes justificaciones o bondadosas comprensiones del asesinato. Están todavía por venir las películas que traten sobre las víctimas, un paso más allá de la valiente labor de unos cuantos documentales. El común de la gente se mueve por emociones, la trama sentimental crece junto al cine, la novela y la televisión. ¡Lo que le cuesta a la sociedad vasca aceptar lo sucedido, apostar por el cambio! Una lentitud geológica.

Vidas rotas (Editorial Espasa) recoge información sobre los 857 hombres, mujeres y niños (21) muertos en atentados cometidos por las diversas ramas de la organización terrorista, desde Begoña Urroz Ibarro la primera víctima de ETA (27 de junio de 1960, con sólo 22 meses) hasta los guardias civiles Carlos Enrique Sáenz de Tejada y Diego Salvà, asesinados en Calvià (Islas Baleares) el 30 de julio de 2009.

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