martes, 22 de diciembre de 2009

Morir a pedradras



En otro tiempo nos parecía que la modernidad era universal, previsible e irreversible. No es así. La lapidación, por ejemplo, no es cosa de tiempos bíblicos. Ahora podemos ver su actualidad -el suceso que nos parecía remoto, los medios que nos lo muestra en el presente-, los rostros cubiertos de los verdugos, la cara despejada y serena, limpia y ensangrentada de la víctima.



Qué decir ante esta sucesión de imágenes. Solamente que así murió Mohammed Abukar Ibrahim, a la vista de quienes le apedrearon y de quien lo fotografíó.



Las ONG, la ONU incluida, son inútiles a todos los efectos, probablemente desde su propio punto de partida, de atender a estas torpes, balbucientes palabras de Christopher Albin-Lackey, de Human Rights Watch para África,
"Estos castigos son inaceptables por principio. Pero además, como demuestra lo sucedido con Aisha, no son juzgados por verdaderos tribunales ni cumplen con los más mínimos requisitos de justicia o imparcialidad".


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