viernes, 6 de noviembre de 2009

Periódicos en conserjería



Primero sufrieron la competecia de los periódicos gratuitos, aunque tengo para mí, que los consumidores de estas hojas volanderas son aquellos que nunca, u ocasionalmente, compraban la prensa en el kiosko, despúes, o al mismo tiempo, les llegó la de Internet, la de ellos mismos digitalizados y la de sus adversarios, aunque quizá los lectores de periódicos en Internet hayan comenzado siendo jóvenes que se iniciaban en la lectura de noticias envasadas, sin familiaridad alguna con el papel de prensa. Quizá todo eso explique la proliferación de lugares gratuitos donde ahora se encuentra la prensa de pago: universidades, institutos, museos, instituciones. Sorprendente y difícil de explicar.

Llevan ejemplares precisamente allí donde están los clientes habituales de kiosko, sus clientes, profesores, estudiantes, profesionales. Esa acción comercial o de marketing está teniendo consecuencias, algunas inesperadas, otras felices y otras desgraciadas. Entre éstas, la reconversión de los kioskeros en confiteros, si no se plantean directamente el cierre, y el consiguiente mal trago para quien busca prensa los domingos. Entre las inesperadas, la zozobra en que actualmente se debaten las empresas periodísticas, que al perder sus clientes habituales pierden también a los anunciantes que buscaban en las capas sociales lectoras su poder de compra. Entre las felices, el fácil acceso a las páginas de otros periódicos que antes se desdeñaba o se detestaba.

Una de las cosas desagradables que nos legó el franquismo, sobre todo a los que tenemos una cierta edad, es la obligatoriedad, luego convertida en costumbre, que asumimos hacia determinadas posiciones políticas o morales. Entre ellas comprar y leer determinado periódico. Al principio no dejaba de tener una pose esteticista: llevar Triunfo, Informaciones, El País bajo el brazo era un signo de coquetería, más que de oposición al Régimen. A nadie le metían en la cárcel por ello. La ideología, leer siempre a los mismos, termina por convertirse en una costumbre molesta y nociva, de la que tarda uno en darse cuenta. Pero, lo que comienza siendo concupiscencia, leer al enemigo, termina por socavar las defensas más inexpugnables. La buena argumentación amplía el campo de batalla, nos hace más libres. Así que bienvenida la promiscuidad y requiem por la prensa de kiosko. Y glora al Fénix que renace en Internet.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

muchas veces se hacen de cara a encabezar las listas de difusión de prensa de tal forma que se manipulan los datos estadísticos...

Toni Santillán dijo...

De nada les vale, la caída es imparable.

Anónimo dijo...

...pero seguirán recibiendo subvenciones, se quejarán, llorarán , etc., es similar al mercado discográfico, próximamente al de los libros, etc. y toda la culpa la tendrá internet (piratería).

PD: se supone que si nos ofrecen los mismos productos en formato virtual tendría que bajar mucho los costes... ¿por qué no lo hacen?