martes, 20 de octubre de 2009

Sin la caída de las hojas hubiese sido un ser amargado


Un cúmulo de bolsas se plástico sobre la mesa denotan la intensa actividad que ocupa los días de este hombre rodeado de notas escritas a lápiz en papel, etiquetas, papel de filtro y almohadi­llas secantes. El estudio de Pablo de Luis (Valladolid, 1930), en un periférico barrio pucelano, se encuentra inundado de recuerdos: cuadernos de otoño y de primavera, fotografías, prensas de tornillos y de correas, cubetas y bandejas llenas del material que ha ido recogiendo en sus paseos, una azadilla, una navaja, unas tijeras y unos guantes y más de un centenar de herbarios de otoño, su especialidad, dos zapatillas y un mono de trabajo. De Luis, que este jueves recibirá en el Teatro Calderón de la capital castellana el premio Recolector de hojas de otoño, concedido la pasada primavera por la Sociedad de Estetas de la Recolección (SER), dotado con un diploma, abre la puerta de su casa con zapatillas rojo intenso y una amplia sonrisa.


En la puerta del estudio recibe al visitante una gran hoja de arce enmarcada que llama la atención entre los dibujos y fotografías de paisajes urbanos otoñales. Son retazos de una vida dedicada a lo que más le gusta, recoger hojas de otoño. Desde niño supo que lo suyo eran los colores desvaídos, la vida que se apaga. Aunque para poder subsistir tuviera que caminar por derroteros bien distintos. 
"La recogida de hojas es mi vocación y para lo que sirvo. Es el equilibrio que me permite estar contento, de lo contrario me sentiría sumamente desgraciado. Hubiese sido una persona amargada".
La necesidad ha hecho a Pablo de Luis desempeñar empleos de lo más variopinto. 
"Hice de conserje en la delegación de agricultura y de bedel en la facultad de botánica a sabiendas de que lo mío era estar entre hojas secas. Fui empleado de Iberflora, hice de jardinero y hasta me dediqué a la enseñanza de un ciclo formativo. Hice composiciones florales y centros de mesa que no me interesaban lo más mínimo. Menos mal que todo era temporal, porque si hubiese seguido por esa línea hubiese sido un desgraciado. No es nada fácil vivir en este país sólo de la composición. En muy pocos países se puede subsistir dedicándote a ello en exclusiva. Aquí casi por obligación lo tienes que compartir con la enseñanza".
¿Y qué le ha dado la recolección de hojas?
"Felicidad. Me permite pensar, reflexionar, sentir. Y ser mejor persona de lo que hubiera sido si no hubiese estado enfrascado en este mundo. Raro es el día en el que las hojas no sobrevuelan mi cabeza".
 Se define como un hombre curioso. Tanto como para poseer un disco de vinilo con un discurso de Hitler titulado Poder sin moral.
"Me interesa mucho ese periodo histórico de Alemania. En las intervenciones de Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de la Alemania nazi, se descubre que el mundo del espectáculo se perdió un actor genial". 
Las bolsas sobre la mesa forman parte del herbario que está componiendo este otoño para su colección de 2009. Pieza que alterna con la composición de otra de formato más ligero de la pasada primavera. ¿Le queda algo pendiente? 
"Creo que no. Me gustaría tener tiempo para llegar al próximo otoño y componer un herbario más, pero si no llego no pasa nada, con los ciento cinco que he hecho se las podrán arreglar".

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