martes, 27 de octubre de 2009

Si fuesen caballeros medievales


Si Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy y Ruiz Gallardón fuesen caballeros medievales veríamos el brillo de las espadas, el barro en las patas de los caballos y el veneno en las copas. Alguno de ellos o los tres morirían en combate o tras una copiosa cena. Quizá el más ladino Gallardón sobreviviría con la ayuda de las mejor dotadas mesnadas de El País. Aunque las falanges de El Mundo o del ABC no se queden cortas. La lucha por el poder en la que se hallan enzarzados no es distinta de otras épocas históricas.Y el escándolo del que hablan los más beatos sólo es mera estrategia, porque la beatería es su forma de combate. Con ella, acusando de juego sucio a sus enemigos, esperan obtener beneficios del vencedor, en forma de cargos, dinero o rescate desde el poder de sus negocios maltrechos. Si la pelea es tan visible, y tan aparentemente descarnada, es porque están tocando el poder con los dedos, o eso creen. En el otro bando, en el campo de los caballeros blancos, las caras son de derrota y la lucha por la primogenitura sólo se dará después de la guerra, pues también ellos piensan que van a caer derrotados, pero la táctica beata de la socialdemocracia les obliga a aparentar ser virtuosos, obedecer a su lider y a darse golpes en el pecho proclamando que ellos sólo quieren el bien del pueblo.

Hace tiempo que los héroes y los villanos dejaron de existir y por tanto ya no hay Shakespeare ni Calderón que los cante, las novelas burguesas son una reminiscencia de cuando había secretos de boudoir, pero desde que la exhibición de la intimidad se ha convertido en el principal negocio de las televisiones ya no necesitamos a Flaubert ni a García Márquez. Nos quedan las peleas por el poder y la democracia nos permite vivirlas en vivo y en directo. Rajoy, Aguirre, Gallardón, ZP, mes semblables, mes frères, nuestros iguales, no son, no pueden ser, materia de cantares de gesta. Así que estoy disfrutando estos días.
Y que no me hablen de escándalos, como todo el mundo sabe o debería saber, la obscenidad, el escándalo, está en otro sitio. Aquí o aquí y en cada municipio donde se alce la alfombra.

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