miércoles, 4 de marzo de 2009

Economía líquida

Causa sonrojo -y desolación- que el periódico más relevante del país, en connivencia con los políticos, esté dedicando durante semanas y semanas sus portadas y muchas páginas interiores a un asunto colateral de corrupción, cuando asistimos, impotentes, paralizados, a la crisis más importante desde la guerra civil.

¿Qué hacen nuestros políticos? Parecen pájaros hipnotizados por la serpiente que se los va a engullir. Hasta ahora sólo ofrecen subvenciones a sectores que deberían estar muertos y enterrados. Por ejemplo, las constructoras y promotoras, el sector del automóvil, las cajas de ahorro. Que quiebren. Que paguen por su mala gestión. A sus trabajadores ya no les salva nadie, hay que orientarlos hacia otros empleos (formación, ampliación desempleo, convertir la prestación en bonificación para enconcontar nuevo empleo).

China, India, Brasil producen y producirán bienes más baratos en la industria tradicional. ¿Qué podemos producir mejor que ellos? Servicios y sectores punteros. Para ello se necesita mejor educación (plan para la FP, hacer que las universidades compitan y que desaparezcan las peores), inversión en tecnología (incentivar las inversiones productivas) y flexibilizar el mercado laboral (liberalizar los servicios profesionales, el trasporte, las comunicaciones, estimular fiscalmente la búsqueda de nuevo empleo para los parados).

Entramos en una nueva época, una época de economía líquida:
Puesto en forma de eslogan, el objetivo de las políticas económicas debe ser la fluidez y no la rigidez, el cambio y no la conservación, el apoyo a los que corren riesgos y no la protección a los que se equivocaron.
El pecado mayor de este gobierno no es que no previera la crisis, ni que la haya negado durante tanto tiempo, sino que no haya reaccionado con rapidez y que no se atreva a tomar medidas dolorosas, por ello no debería contar con nuestra confianza.

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