domingo, 1 de marzo de 2009

A algunos filósofos se les va la olla

Mucha religión en el periódico, hoy, debe de ser por lo de la crisis, un refugio para los tiempos duros que se avecinan.
Un filósofo, V. Gómez Pin, con vértigo ante la ausencia de sentido del mundo, hace un acto de fe en el irracionalismo, aunque el sostenga que no. Se empeña en afirmar que la aparición del ser humano supuso un salto cualitativo y no cuantitativo en la historia de la evolución. No se atreve a poner a Dios en el principio, así que baja un escalón y dice que en el principio si no estaba Dios, sí estaba el Verbo. No le basta con que el lenguaje sea instrumento de comunicación y de conocimiento, ha de ser mucho más: en el lenguaje reside la esencia o naturaleza del hombre.
No es en absoluto necesario comulgar con dogma irracional alguno para hacer propia la frase según la cual "en el principio está el Verbo". Basta simplemente por entender por principio aquello que da sentido y que permite la única aprehensión del mundo que nos sea dada a los humanos. Se trata simplemente de asumir que si la palabra es lo que da significación, sin la palabra todo es insignificante.
Y en una pirueta inesperada -Redención y palabra, titula- digna de un teólogo antiguo, dice:
Narradores y poetas apuestan a que el lenguaje pueda librarnos parcialmente del gravamen que en la inmediatez natural coarta nuestra libertad, a que pueda rescatarnos del vejamen que para el ser de palabra supone la finitud y, en suma, apuestan a que el lenguaje encierre una potencialidad literalmente redentora.
Otro filósofo, éste italiano, Gianni Vattimo, de la estirpe de los cristianos comprometidos, multiculturalistas y enemigos de la universalidad de los derechos humanos (el veneno del universalismo, lo llama), reniega de su Iglesia, y de las Iglesias en general y escribe un párrafo memorable:
Ha llegado la hora de que las personas religiosas se alcen contra las religiones. Lo que quiero decir es que, en el mundo actual, sobre todo en el Occidente industrial, la religión como institución se ha convertido en un factor de conflicto y un obstáculo para la "salvación", sea eso lo que sea.
Como no podía ser de otro modo ha de venir un periodista para escribir con sensatez. Escribe, Enric González sobre el evangelio de Marcos, al que da mayor veracidad que a los demás. (El llamado Marcos creó una historia (desconocemos los hechos reales, sólo sabemos lo que él nos cuenta) sobre la que se construyó gran parte de la cultura occidental).
El relato de Marcos fue escrito en Palestina o sus alrededores, en un ambiente rural e inmediatamente después de la revuelta judía contra Roma (66-70) que supuso la destrucción de Jerusalén y su templo. El hombre que llamamos Marcos muestra claramente la intención de consolar a su audiencia tras un desastre, y promete que los buenos tiempos están a la vuelta de la esquina.
Recomiendo la lectura del relato de Marcos porque, aunque estilísticamente tosca, es dinámica, abunda en intriga y misterios, contiene presencias diabólicas y exorcismos, y concluye de forma desconcertante. En realidad, no sabemos cómo termina. En la versión que consideramos original (en la canónica del catolicismo hay unos párrafos añadidos), "María Magdalena, María la madre de Santiago y Salomé", sin que la madre del difunto sea específicamente citada, acuden a la tumba de Jesús y la encuentran vacía. Un joven desconocido les dice que el muerto ha resucitado. Las tres mujeres se espantan y se largan, sin decir nada a nadie. Así acaba, con un secreto compartido por tres mujeres. Pocos best sellers de la actualidad cuentan con material tan atractivo.

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