skip to main |
skip to sidebar
El alma del poeta se orienta hacia el misterio
Interesante
esta división que de los intelectuales hace Álvaro Pombo.
Voy a clasificar a los intelectuales -un término demasiado amplio- provisionalmente en dos grupos: el de los intelectuales-científicos y el de los intelectuales-poetas. En el segundo grupo entran los intelectuales y escritores que podrían agruparse en torno a la frase de Antonio Machado: "El alma del poeta se orienta hacia el misterio". Es un grupo obviamente amplísimo, entre los cuales me incluiría yo mismo. Personalmente no creo en el más allá o en lo sobrenatural. Y, sin embargo, me considero una persona religiosa (religio poetarum) en el sentido machadiano. La existencia misma, la existencia individual y colectiva, se orienta hacia el misterio. Un lugar especial dentro de este grupo lo tendrían, por un lado, los intelectuales románticos o escritores como Henry James y William James, y también Rainer Maria Rilke. De estos tres últimos hago amplio uso en esta novela. Y el subtítulo, la noción de un "interior del mundo", es de inspiración rilkeana.
Hay luego otro tipo de intelectuales, los científicos, que rechazan, en nombre de la objetividad científica y del principio de corroboración intersubjetiva de las experiencias, todo aquello que no puede ser probado inmediata o mediatamente por métodos científicos. Las experiencias religiosas y poéticas son subjetivas: sus evidencias son intensas, pero últimamente incomunicables. No prueban más que la existencia de sí mismas en todo su vigor. Una exposición admirable del punto de vista del intelectual científico la tenemos en Gonzalo Puente Ojea, El mito del alma. Ciencia y religión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario