domingo, 18 de enero de 2009

Censura a Occidente - angelización del Islam

Seguimos con la censura a Occidente y la angelización del Islam. Por ejemplo el teólogo socialdemócrata, Juan José Tamayo, publica un libro, 'Islam. Cultura, religión y política', para hablar del Hermano Islam y deshacer, según él, los prejuicios occidentales. Por ejemplo el error en que todos estamos cuando interpretamos la Yihad como guerra santa cuando 
el verdadero significado de yihad  sería el esfuerzo por la propia perfección en el camino hacia Dios y lucha contra el egoísmo. 
Menos mal que Antonio Elorza le recuerda que en el Islam no sólo cuenta el Corán, sino también los hadices, los dichos del profeta:
El problema reside en que en el Islam lo que cuentan inseparablemente son las palabras del Corán y de la Sunna (sentencias y hechos ejemplares del profeta), integrantes de la sharia inmutable. Y ahí si bien yihad es inicialmente esfuerzo hacia Alá, desde que Mahoma pisa Medina pasa a ser esfuerzo bélico, guerra en la senda de Alá, en decenas de casos en el Corán y en centenares de las sentencias o hadices, sin excepción alguna en las compilaciones "seguras" (al-Bujari, Muslim).
También afirma Tamayo, que si la mujer está marginada eso
no responde a los orígenes del islam ni a la praxis y al mensaje originario del Profeta, que reconoce personalidad jurídica a las mujeres y reclama respeto a su dignidad, en una sociedad y una cultura donde eran tratadas como esclavas.
Le responde Elorza:
¿Qué significa entonces la declaración de inferioridad de la mujer, castigo físico incluido de ser desobediente, contenida en el versículo 4,34 que inspiró al imán de Fuengirola? Y si hablamos de "reconocimiento jurídico", ¿qué decir de la cláusula según la cual su testimonio vale la mitad que el del hombre, sobre lo cual basa de nuevo el Profeta la declaración de su inferioridad?, ¿qué hacemos con los múltiples textos donde la menstruación constituye prueba inexorable de su impureza? Y la ablación del clítoris, ¿"no tiene que ver con el Islam"? El teólogo más influyente del Islam actual, al-Qaradawi, presidente de la Asociación Internacional de Ulemas y predicador de al-Yazeera, la recomienda, hadiz mediante. 
Dice Tamayo:
Nadie puede apelar al Profeta para justificar la lapidación por adulterio a las mujeres. El Corán manda "flagelar a la fornicadora y al fornicador con cien azotes cada uno" (24,3) -lo cual resulta hoy inadmisible-, pero nunca lapidar a ninguno de los dos.
Responde Elorza:
Aunque en el 4.5, a las fornicadoras o adúlteras, no se las flagela, pero sí se las recluye hasta la muerte. Sobre todo como los hadices son igualmente obligatorios, la cuestión en ellos se resuelve por adición, citando lo que el Profeta dictaminó: flagelación y lapidación.
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Irán vuelve a lapidar adúlteros. Jueces conservadores obvian acuerdos políticos y ejecutan la pena - Dos hombres mueren y otro logra escapar.

Dice este Imán de Madrid: Después de comer ha quedado con una española que se lleva "muy mal" con su marido marroquí. ¿Le pega? "No sé, tengo que hablar con ella, y luego con él, porque la gente miente". ¿Y después? "Les doy consejos para vivir en paz, y si siguen los problemas, ella debe denunciarlo".

2 comentarios:

Nacho InthaBlogWorld dijo...

Que malos que son esos retrasados árabes y que buenos nosotros y nuestra cultura occidental. Dios (cristiano) nos bendiga.

Toni Santillán dijo...

No se trata de árabes y cristianos. No se trata de los hombres, se trata de software averiado que jode la vida de las personas. De ideología, a la que hay que poner en evidencia cuando es dañina. Siempre que uno esté dispuesto a prescindir de prejuicios sólidamente asentados.