El anuncio -Probablemente Dios no existe, deja de preocuparte y disfruta la vida- presupone que los creyentes no pueden gozar de la vida, pero ni creer ni descreer garantizan la felicidad. La experiencia, es decir, este territorio que se forma cuando el sujeto entra en contacto con la realidad, me ofrece cada día montones de pruebas de que Dios no existe; en cambio, no he visto todavía ninguna que me haga pensar lo contrario.Notable aportación al histórico debate sobre las pruebas de la existencia de Dios. Con lo fácil que sería zanjar esta guerra de los autobuses. En vez de defender la felicidad de los creyentes, cuanto mejor preguntar de una vez, a monseñor Rouco o alguno de los eclesiásticos que tratan, "Oiga, Monseñor, ¿cree usted en Dios?"
viernes, 16 de enero de 2009
Oiga, Monseñor, ¿cree usted en Dios?
Los comentaristas socialdemócratas redundantes como siempre se hacen un lío con Dios y la felicidad.
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