viernes, 14 de noviembre de 2008

Triste Nicaragua

Pocas cosas tan deprimentes como el deterioro de los ideales revolucionarios, el lento deslizamiento de nuestros héroes hacia el estercolero de la historia. Como Mayo del 68, como la Revolución de los claveles, la Revolución Sandinista contra el dictador Somoza, su defensa, alcanzado el poder, ante la Contra, entusiasmó a medio mundo. Los sandinistas eran jóvenes, románticos, limpios de corazón. Pero como siempre sucede los dirigentes revolucionarios sustituyeron los intereses del pueblo por los suyos propios sin dejar de usar la retórica revolucionaria.

Daniel Ortega debe de ser uno de los politicos más inmorales de la actualidad -no, sin embargo, un asesino como sí lo fueron otros que también hablaban en nombre del pueblo. Traicionó a sus compañeros sandinistas, se alió con el derechista corrupto excarcelado Arnoldo Alemán, acude a las misas de su antiguo enemigo el cardenal Obando, ante quién se casó con su compañera de guerrilas Rosario Murillo. Esta aportó una hija al matrimonio, a la que Ortega acosó y de la que abusó desde niña.
Zoilamérica es hija de Rosario Murillo, esposa de Ortega, Coordinadora de los Consejos del Poder Ciudadano y, según algunos, el verdadero poder detrás del trono nicaragüense. El 22 de mayo de 1998, Zoilamérica, militante del Frente Sandinista de Liberación Nacional, hizo público su testimonio contra su padre adoptivo, revelando que, desde la edad de 11 años, "fui acosada y abusada sexualmente por Daniel Ortega Saavedra, manteniéndose estas acciones por casi 20 años de mi vida". Las precisiones, detalles y circunstancias del relato de Zoilamérica son escalofriantes y revelan en su verdugo, acosador y violador, un cinismo y una crueldad poco menos que patológicas. El vía crucis de la niña comenzó en 1979, cuando el revolucionario andaba en la clandestinidad, en Costa Rica. Cada vez que se ausentaba la madre, aquel aprovechaba para "manosearme y tocar mis partes genitales. Hasta hace poco recordé que también ponía su pene en mi boca".
La última corrupción ha sido tirar los votos de la oposición a la basura, literalmente, en un fraude cantado como la lotería de navidad, en las elecciones municipales. Nicaragua es el país más pobre, tras Haití, de América.
El sandinismo de Ortega ha convertido a Nicaragua en el reino de los cerdos de Orwell, aquel donde "todos somos iguales, pero algunos somos más iguales que otros".

1 comentario:

Anónimo dijo...

No le perdono a Ortega el haberse convertido en un miserable; recuerdo el verano de 1979, lleno de esperanza por la caída del dictador.Ironías del destino, ahora hay otro.

Menos mal que permanecen Sergio Ramírez, que se olió la tostada hace tiempo y Cardenal, viviendo en la miseria.