jueves, 25 de septiembre de 2008

Algunos principios por si alguien los quiere.

Si estás en el ojo del huracán no tienes ni la altura ni la distancia suficiente para ver sus efectos. Un ejemplo. Cuando Alemania invade Polonia el 1 de septiembre de 1939 y cuando Francia e Inglaterra declararon la guerra a Alemania dos días después, no tenían ni idea de en qué acabaría todo aquello, de hecho hasta el 10 de mayo de 1940 no entrarían en guerra.

Sin embargo, algunos ya han dictaminado: "El libre mercado ha muerto en EE UU", dice un senador republicano y un premio nobel de economía: "La crisis de Wall Street es para el mercado lo que la caída del muro de Berlín fue para el comunismo". No sé si es para tanto. De economía nadie sabe lo que dice saber. De hecho, aunque algunos predijeron los problemas presentes, nadie habló de la hecatombe que algunos dicen que estamos viviendo. Aunque tampoco era cuestión de negarlo todo como el ladrón atrapado.

El capitalismo que ha entrado en crisis, como tantas otras veces, ha permitido un desarrollo del mundo que nadie podía sospechar. El crecimiento demográfico y el desarrollo del último siglo ha desatado una competencia sin precedentes por los recursos limitados de la tierra.Eneso estamos.

Gabriel Jackson ofrece en este artículo sensato unos cuantos principios para no perder el oremus:
El mercado sigue siendo el modelo económico más productivo, aunque hay que introducir algunas correcciones para generar confianza y luchar contra la corrupción: 1) controles legales, no sólo para protección de los trabajadores y los consumidores, sino para protección de los empresarios honrados frente a rivales sin escrúpulos; y 2) un contrato social que garantice la educación básica, la asistencia sanitaria y un mínimo de seguridad para los ancianos. 
La sociedad occidental puede ofrecer a otras culturas las libertades civiles: la libertad de expresión y de prensa, el derecho de propiedad, el derecho a circular libremente y a casarse por decisión personal, el derecho al voto y, el más fundamental de todos, el recurso de hábeas corpus: que no puede retenerse a una persona en prisión indefinidamente, que tiene derecho a que se la juzgue por cargos concretos, en un tribunal y con una defensa profesional, o debe quedar en libertad.

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