martes, 30 de septiembre de 2008

29 de septiembre del 2008

Con el tiempo nos preguntaremos, dónde estábamos el 29 de septiembre del 2008.
Yo recorría el desierto de los Monegros, en el coche, con el alma en vilo, escuchando lo que iba sucediendo cada minuto.
Me sorprenden muchas cosas:
que todo esté sucediendo tan rápido,
que nadie haya acertado. Hasta los más agoreros se han equivocado, errando por defecto,
que nadie tenga idea de lo que vaya a ocurrir en adelante,
que cualquier solución, como dique de contención, sea inútil, que, más bien al contrario, acelere la crisis,
que nada va a ser igual a partir de ahora, pero no sabemos el qué ni el cómo,
que la historia se repite, como tantas veces, y como siempre pillando a la gente desprevenida,
que los políticos no sirven de gran cosa, al menos para prevenir,
que los periodistas, en general, esos mentirosos, se entretienen en banalidades al pie del precipicio,
que los especialistas, especialmente los especialistas, no saben nada,
que los que más van a sufrir todavía no lo saben, entretenidos como están con el pan y circo

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Llegan a lo que ellos creen que es el paraiso. Quizá para ellos lo sea, pero no por mucho tiempo.

2 comentarios:

Puigmalet dijo...

Em decanto més per la lingerie.

Vivim en un món de bojos i tant de bo la cosa es quedés com està ara.

Toni Santillán dijo...

Quizá me haya precipitado. Parece que todos estemos esperando el gran batacazo. Un castigo bíblico para Sodoma y Gomorra. Nos gustan los grandes acontecimientos. Vivir en directo la caída de Roma.