Conducta impropia

Si alguien quiere saber por qué EP está ofreciendo una información exhaustiva sobre el asunto Casas, la presidenta del Tribunal Constitucional, que descolgó el teléfono para oír a una presunta asesina, que lea este editorial.

• “De esta última polémica a cuenta de la imprudencia de la presidenta (también inaudita, según cualquier estándar occidental) sólo es posible extraer una conclusión: la renovación del tribunal, pendiente ya desde hace meses, no puede esperar ni un minuto más”.

Y a continuación lea la demoledora información, que ofrece el mismo periódico, sobre la señora Casas que no ha distinguido entre la relevancia de su cargo, la cuarta autoridad del Estado, y los particulares asuntos de amigos y vecinos.

• En la conversación telefónica, “la abogada Dolores Martín le confiesa sin rubor que sopesó huir con la niña si perdía su custodia. No le importa, incluso, detallarle que el juez quería garantizar que no podría ejecutar el "secuestro" de su hija cuando le notificara la sentencia por la que le retiraba la custodia. Por si fuera poco, para horrorizar aún más a la magistrada, la abogada le reconoce que es sospechosa del asesinato de su ex marido: "Le han matado en el garaje, y la familia me acusa a mí", admite”.

• “La presidenta del Constitucional, pese a todo lo escuchado, se despide con una frase que le resultará funesta: "La pueden ayudar mucho [...] pero, si alguna vez va en amparo, me vuelve a llamar". Luego repetirá el mismo error: "No le puedo ayudar [...], pero usted si quiere me vuelve a llamar".

Por supuesto, independientemente de los intereses políticos de El País, la conducta de esta señora es éticamente reprobable y por tanto debería dimitir.

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Juan José Ibarretxe, el hombre al que da el mismo sol y la misma lluvia que a los demás.

• “En el fondo, mira, yo soy lehendakari, soy Juanjo Ibarretxe, a mí me da el mismo sol y la misma lluvia que a los demás y el proyecto de nuestra vida, el proyecto de Begotxu y el mío, es volver a vivir a Llodio, allí está nuestra vida”.

• Como lehendakari tengo muy clara una cosa: el día que deje de llorar cuando la sociedad vasca llora y deje de alegrarme y de reírme cuando la sociedad se ríe habrá acabado mi tiempo.

• P. Su salud fue un tema recurrente. ¿Cómo se encuentra?

• R. Muchas veces ha sido un tema de conversación. Me encuentro muy bien, desde un punto de vista físico y psíquico”.