lunes, 12 de mayo de 2008
El mito de la lucha armada revolucionaria
La pulsión antidemocrática de cierta izquierda no acaba de desaparecer. No se trata tanto de individuos como Chávez en Venezuela, Ollanta en Perú, Oviedo en Paraguay y tantos otros, cuyo golpismo no responde a un programa de revolución social sino al medio más rápido para satisfacer sus ambiciones personales. Cuando consiguen el poder no se ven los resultados sociales de su gestión, más bien al contrario. Es curioso lo que sucede en Venezuela, a pesar del aluvión de dólares que llega de manos del petróleo desaparecen de las estanterías la leche, los huevos o el azúcar, y los ciudadanos han de hacer cola en la frontera con Colombia para comprar productos de primera necesidad. Se trata más bien de esa izquierda europea que ve en esa gente a los supuestos redentores de una injusticia universal.
Pues bien el estudio de los documentos hallados en los ordenadores de Raúl Reyes, el número dos de las FARC, muerto en el ataque de la aviación colombiana, el pasado 1 de marzo en su campamento de Ecuador, muestran la connivencia del movimiento guerrillero y muchos políticos latinoamericanos de izquierdas, y algunos europeos, que dicen aceptar el juego democrático.
Según el informe de Reyes: "Toda una pléyade de organizaciones de Latinoamérica han tocado a las puertas de la guerrilla para recibir formación militar. (...) El dirigente indígena boliviano Felipe Quispe, solicitaba "cursos militares de tres a seis meses para 10 ó 20 compañeros". "También el secretario general del Partido Comunista Boliviano y el jefe de los Sin Miedo piden cursos militares". Delegaciones ecuatorianas, en ese entonces (2003) opuestas al presidente Lucio Gutiérrez, querían "cursos militares" para sacarlo "por la fuerza de la lucha de masas". Dos representantes del salvadoreño Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, además de pedirles dinero para su campaña, les ofrecen a sus cuadros "formados en Vietnam como combatientes internacionalistas". El ministro del Interior de Venezuela, Ramón Rodríguez Chacín: "Se interesó sobre posibilidades de que les transmitamos nuestra experiencia en guerra de guerrillas, la cual ellos llaman guerra asimétrica", porque los demandantes más asiduos de formación armada son los grupos afines al chavismo.
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