Hace unos días el viento frío se coló por las rendijas de marzo, un retortijón del invierno antes de desaparecer por esta temporada. Una lástima que este año no hayamos podido disfrutar de las maravillas de la estación fría. Sin embargo aún se pudieron ver en la cima del Matagalls estos hermosos escaramujos escarchados y en las faldas del Montseny estas hermosísimas mimosas.
Al hombre desacostumbrado los cambios de estación no le dicen nada más allá de los anuncios publicitarios. Sólo al que añora la infancia ve en el florecer de las mimosas el paso del tiempo que se arruga entre los dedos.
Dan ganas de llorar por todo lo que estos chavales que gritan como pájaros perdidos se están perdiendo. Del pálpito de la naturaleza alguien les debería de hablar. Clases rutinarias, mediocridad, horas vacías dentro y más allá del aula. Un empobrecimiento difícil de resarcir.
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