jueves, 6 de marzo de 2008

Las trampas del antropólogo

Michel Foucault, Jacques Lacan, Claude Lévi-Strauss et Roland Barthes

Las estructuras no bajan a la calle”, fue una de las pintadas con las que los estudiantes del 68 parisino se burlaron de los estructuralistas. Si embargo, durante algún tiempo, la rebelión estudiantil estuvo unida a la moda estructuralista, a pesar de que Foucault entonces residiera en Túnez y de que Lévi-Strauss la recibiera con horror: “¡Se acabó! Cualquier proyecto científico queda aplazado hasta dentro de veinte añosCuando percibí los chirridos, me retiré con distintos pretextos y los dejé que se las arreglasen por su cuenta”.

Los únicos trabajos etnográficos que realizó Claude Lévi-Strauss los hizo durante su viaje a Brasil entre 1936 y 1938. Quedó fascinado ante el buen salvaje, los indígenas de las selvas del Amazonas. Esa experiencia la evocó en Tristes trópicos (1955) uno de los ensayos más valorados del siglo XX. La obra, una combinación de autobiografía, libro de viajes y antropología, deslumbró a mucha gente. Sin embargo su fuente de inspiración procedía más de la literatura que de los tratados de antropología. Él mismo reconoció la influencia de las novelas de aventuras. Lo más sorprendente, sin embargo, fue el procedimiento tramposo del que se valió para ocultar la presencia de la civilización en aquellas tribus. El antropólogo brasileño que lo acompañó, Luiz de Castro Faria, publicó un libro, en 2001, donde mostró las trampas del antropólogo francés. Allí donde Lévi-Strauss mostraba fotografías focalizadas en rostros y cuerpos de indígenas, rodeados de objetos propios de su cultura incontaminada, Faria mostró las mismas fotografías, pero ahora en su visión panorámica donde se veían cables, puestos de telégrafo, latas de conserva, postes y construcciones de misioneros.

Tras su encuentro con los indios mundé, Lévi-Strauss había dicho que era el primer blanco que penetraba en esa comunidad indígena: "Había querido ir hasta la punta extrema del salvajismo ¿no me colmaba estar entre estos graciosos indígenas que nadie había visto antes que yo y que quizá nadie volvería a ver nunca más? Al cabo de un recorrido exaltante, yo tenía mis salvajes". Algunos años después Luiz Castro lo pintó de otro modo. Treinta años antes de Lévi-Strauss había habido otra expedición, para tender las líneas del telégrafo, acompañada incluso por un antropólogo, Edgard Roquette-Pinto, sobre la que había escrito Rondônia. La expedición de Lévi-Strauss siguió la pista que conectaba los puestos telegráficos desde donde Luiz Castro informaba a sus responsables.

El modo de proceder de Lévi-Strauss se ve también en la historia del jefe de una tribu ágrafa, igualmente en Tristes trópicos, que decidió imitar el gesto de escribir de los antropólogos porque había detectado que esa actividad era valorada por los indígenas. A partir de ese hecho Lévi-Strauss dedujo que la escritura había servido para crear divisiones y manipulaciones sociales de la élite con respecto a los analfabetos, favoreciendo la explotación de los hombres antes que su educación (“Hay que admitir que la función primaria de la comunicación escrita es facilitar el sojuzgamiento. El uso de la escritura para fines desinteresados, para la gratificación intelectual y estética, es una consecuencia secundaria”).

El estructuralismo defendía la igualdad y soberanía de las identidades culturales, sin importarle que alguna de ellas implicase la desigualdad de las mujeres, la mutilación del clítoris, la lapidación, el canibalismo, la quema de las viudas o el sacrificio de los adolescentes. Como en todos los relativistas, su denuncia del etnocentrismo occidental no se correspondía con una denuncia paralela de las etnocéntricas, xenófobas y racistas culturas primitivas que defendía.

Entrevista. Y aquí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen resumen, sí señor. Por si no lo has leído, te recomiendo "El antropólogo inocente" de Nigel Barley.

Toni Santillán dijo...

Lo leí en su momento y disfruté como con pocos libros. Saludos A.