lunes, 25 de febrero de 2008

Las paradojas del arte contemporáneo

No se si Muñoz Molina es un buen novelista, de lo que estoy seguro es que tiene buen olfato para detectar los problemas y para analizar la realidad sin anteojeras. En un reciente debate en la feria de Arco, expuso las debilidades del arte contemporáneo, él las llama paradojas. Estas son, a su juicio.

"La primera es que en arte la ruptura es la norma. Paradoja que plantea sus problemas, porque, para rebelarte contra algo, tienes que hacerlo contra un poder, que en este caso se ha disipado. Además la provocación requiere un establishment fuertemente establecido de gente dispuesta a sentirse provocada y escandalizada".

"La segunda paradoja es que en vez de que la explicación nazca a partir de la obra, en muchos casos es la obra la que nace de la explicación. E incluso la explicación llega a cobrar más importancia que la obra, y en muchas ocasiones hasta llega a sustituirla. En la Bienal de Venecia de 2003, el Pabellón de España consistía en que no se podía entrar al Pabellón de España, en el cual no había nada. Y la próxima Bienal de São Paulo es una bienal en la que sólo hay explicación, no hay obras".

"En tercer lugar, dado que la obra no habla por sí misma, sino que depende de la explicación, es muy importante quién da la explicación. Y aquí se produce también otra inversión, porque muchas veces la estrella no es el artista sino el explicador: el comisario, lo que llaman el curator”.

"La siguiente paradoja es que el museo es anterior al artista. (…) Hay tantos museos de arte contemporáneo que es necesario llenarlos de artistas, de artistas que vayan acompañados de su explicación y de su correspondiente legitimación de esa explicación".

"Y el último punto que resume todo es que la vanguardia se ha convertido en el arte oficial. Ahora se puede ir al Prado y ver el arte oficial, de gran aparato, de finales del XIX. El arte de gran aparato de ahora, de principios del siglo XXI, es siempre un arte de provocación, de un formato que no admite al coleccionista o al privado y que satisface la ambición del político que ha creado el museo. La suya es la ambición de la juventud, la ambición de tener artistas jóvenes, de esa expresión que se usa tanto, que es apostar por: apostar por lo nuevo, apostar por la ruptura, apostar por la novedad. Pero si la novedad es la norma, ¿cómo puede haber novedad?".

No sé si aún se puede hablar de Arte, hay quien piensa que no. Llegará un día, pensaba, en que a nadie le importará lo más mínimo ese asunto llamado "Arte" y el silencio se encargará de destruir todos los contenidos de esa noción. Así ha sido, o por lo menos así está siendo. En todo caso si existe no está donde dicen que está, ni en los museos de arte contemporáneo, cada ciudad tiene uno, ni en las grandes ferias. Para llenar todo eso hacen falta muchos artistas. No se ve que haya una eclosión. Al final lo que hay son trabajadores del arte que viven a base de peonadas y políticos de segunda a los que les toca la pedrea de los cargos culturales.

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