La escritura es moral. Es frase que viene de Valery, la sintaxis es un valor moral. En seguida se coge a los mentirosos, por cómo ornamentan sus mentiras. Aunque muchos no saben que lo son y creen a pie juntillas en sus prejuicios. Convicciones los llaman algunos. La libertad es la lucha por liberarse de los prejuicios que uno ha ido atesorando. Lucha ardua, porque es difícil saber que lo que uno siempre ha defendido como una benévola idea, no es sino un prejuicio. Leer a Arcadi Espada durante los últimos años me ha servido para reconocer algunos de los prejuicios que yo creía que eran convicciones razonables. Lo tengo por uno de los grandes escritores actuales en español. Escribe limpio, sin hojarasca, y suele desnudar esas formas inelegantes del lenguaje, periodístico en particular, que ocultan falsedades y engaños. Escribió en El País (EP) durante un tiempo, pero no supieron apreciar lo que tenían, así que se pasó a El Mundo (EM), donde escribe columnas y un blog donde somete a juicio diario a su periódico.
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“Hillary lloró y Obama perdió. Ésta es la explicación más aceptada de la sorprendente victoria de Hillary Clinton en las elecciones primarias de New Hampshire”.
Lo periódicos siguen dando la tabarra sobre el asunto. Cómo se puede hacer semejante afirmación. (“Esta novedad hizo que el 37% de los votantes indecisos de New Hampshire al final le dieran su voto y una importante victoria”.) ¿Hasta un 37 % de los votantes son idiotas? ¿Cómo saben que ese fue el factor determinante a la hora de emitir el voto? ¿Cómo lo han medido? ¿Cuántos columnistas escriben por escribir, sin fundamentar sus opiniones?
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