domingo, 20 de enero de 2008

América Latina progresa

Qué es lo que hace que un país progrese. La educación, la estabilidad económica, la democracia, un crecimiento de la población acorde con el desarrollo económico. Qué se entiende por progreso, ¿las grandes magnitudes económicas o la mejora de la vida cotidiana de la gente? América Latina está en un continente privilegiado: lejos de las zonas peligrosas del mundo, con grandes recursos naturales y con sociedades étnicamente no muy conflictivas.

Durante el último medio siglo el progreso ha sido enorme. Desde 1950 la población latinoamericana, incluyendo la de la región del Caribe, se ha más que triplicado; la esperanza de vida al nacer ha pasado de 51 a 73 años, y la mortalidad infantil se ha reducido en un 83%, cayendo desde 128 a 22 muertes por cada 1.000 nacimientos con vida. Los índices de alfabetización y de escolarización se han incrementado enormemente, aunque la escasa calidad de la educación desperdicia gran parte de la inversión pública por ese concepto. La mejora de los transportes hace que la gente pobre pueda recorrer grandes distancias para emigrar, hacer visitas o realizar actividades comerciales. El acceso prácticamente generalizado a la radio y la televisión proporciona a la población un entretenimiento y una información de los que nunca disfrutaron anteriormente. La ampliación del tendido eléctrico ha posibilitado a millones de familias la compra de frigoríficos y de otros electrodomésticos que mejoran la conservación de los alimentos, fomentando también una mejor nutrición y reduciendo las tareas domésticas. La mayor disponibilidad de teléfonos móviles baratos ha desarrollado las capacidades logísticas y la productividad de poblaciones con escasos ingresos, sobre todo en las grandes ciudades. Todas estas mejoras han favorecido la predisposición hacia la democracia”.

Desde 2003 ha ido creciendo a un ritmo del 5,4% anual, reduciendo poco a poco los niveles de pobreza. El progreso se ha producido en países con estabilidad democrática, cómo Argentina, Brasil, Chile, Perú, Colombia y México. Por eso llama la atención la querencia de muchos europeos por políticos como Hugo Chávez, Evo Morales o Rafael Correa cuyos proyectos demagógicos están desenganchando a sus países de esa hola de progreso.

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Dice de la Sagrada Familia gaudiniana este arquitecto que se creyó capaz de hacer de Barcelona la nueva Atenas allá por 1992:

"Lo que es una enorme inmoralidad es invadir el espacio público con un vómito del catolicismo hacia la calle de delante". "No se puede comparar la torre de Pisa, que es una obra de la arquitectura mundial, con un buñuelo solemne de la arquitectura catalana". El conjunto actual de la Sagrada Familia no puede ser considerado obra de Gaudí. Sólo la fachada del Nacimiento es original, el resto "es un croquis a mano alzada".

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