lunes, 5 de noviembre de 2007

¿Tiene arreglo España?

La foto de un estadista

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Así, hay que partir de la idea de que el trozo de tierra que se extiende del Pirineo a Tarifa y de Finisterre al Cap de Creus -al margen Portugal- sólo puede articularse teóricamente de cuatro modos: como un Estado unitario y centralista que no llegó a cuajar y nunca será; como un Estado federal asimétrico, que no es posible de hecho, pues no hay Estado que aguante varias relaciones bilaterales, en las que otras tantas comunidades traten con el poder central de tú a tú, casi como si de una confederación se tratase. Como un Estado federal simétrico, del que el Estado autonómico es embrión y que no deja de ser un Estado unitario, es decir, un solo sistema jurídico articulado sobre el único principio ético de validez universal no metafísico: que el interés general del todo prevalece -en ciertas materias- sobre el interés particular de las partes. Y, por último, como diversos Estados independientes -varios sistemas jurídicos-“.

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“Una de las paradojas de la delicada situación política de España es que la radicalización de los partidos nacionalistas no proviene en el fondo de la frustración de sus demandas sino todo lo contrario: de que las han visto satisfechas en lo esencial demasiado pronto. Todo lo que habían solicitado durante la clandestinidad como requisitos para su armónica integración en el Estado lo obtuvieron en muy poco tiempo, parte por las disposiciones de la propia constitución y el resto merced a los estatutos de autonomía. En busca de la armonía y en el entusiasmo fraternal de los primeros años de la democracia incluso se hicieron concesiones institucionales excesivas cuyos peligros de abuso permanente se han visto después, ya disipadas las brumas iniciales en las que todos suponíamos que todos querían lo mejor para todos. Los nacionalistas de perfil más moderado se vieron así con sus reivindicaciones tan prontamente satisfechas que sintieron la amenaza de ser ya políticamente superfluos”.

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