
Este cuadro la hizo famosa, pero le jodió la vida.
María Teresa López tenía 17 años cuando Julio Romero de Torres la pintó abrazada a un cántaro, a finales de 1929. Meses después la volvió a retratar, junto a un brasero, atizando el picón, en el último cuadro del pintor. Desde entonces, se la conoció como La chiquita piconera. La fama le vendría porque entre 1953 y 1978 esta chica, morena de ojos negros con el pelo recogido, apoyada en el cántaro de cobre, ilustró el dorso del billete de 100 pesetas amarronado. Fue objeto de coplas y de chismes. Por la calle la insultaban. Romero de Torres, mujeriego, bebedor, compañero de tertulia bohemia de Valle-Inclán y Ramón Gómez de
María Teresa López dejó unas memorias manuscritas:
“Un verano noté que estaba nervioso. Entonces llegaba hasta mí y me estrujaba tanto que me hacía daño. Yo no me encontraba a gusto a pesar de que todavía era una niña y no sospechaba la razón de esos extraños abrazos. (...) Pero empecé a tomarle miedo. Cuando nos quedábamos solos yo temblaba y estaba deseando que llegase alguien de la familia. No sabía por qué, pero no me gustaba...” (…).
“Hasta mi padre me pegó un día al llegar a casa harto ya de tantas murmuraciones y poco menos que acusándome de haberme acostado con él. ¡Pero si yo no hice nada! Al poco tiempo me eché un novio y ni él mismo confiaba en mi virginidad. Estaba tan seguro de que me había acostado con el pintor que me obligó a hacer el amor antes de casarnos para comprobarlo. Cuando vio la sangre se quedó tranquilo. Y tuve tan mala suerte que me quedé embarazada a la primera. Poco después contrajimos matrimonio por lo civil y nació mi niña, a la que llamamos Paquita”. (…)
“En medio de innumerables perrerías que no puedo contar. Ese hombre me trataba como a una mujer de la calle, llevándome a sus amigotes a casa para que me acostara con ellos, cosa que no hice a pesar de las palizas que me daba”.
**
Sorprendentes maneras de ajustarle las cuentas a la realidad:
En el primer titular, la administración de las cosas le dicta a la realidad sus causas,
en el segundo, la administración del espíritu se muestra benevolente con sus errores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario