
Viendo los fantasmas que pueblan la imaginación colectiva se comprende la actual decadencia de Italia. Desaparecido el gran referente, ¡ya no hay papas italianos!, la imaginación popular está poblada de modistos que se toman por filósofos, fotógrafos que confunden la moral con el papel couché y futbolistas que escriben novelas, más algunos empresarios que combinan en su rimbombante nombre la esencia de la cosa.
Claro que trasladado el asunto a tierras ibéricas la cosa no mejora, porque aquí ni siquiera hemos salido de la decadencia que arrastramos desde hace siglos.
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Tener hijos por prescripción nacional.
"Igual que tenía claro que me quería casar, tenía claro que quería ser padre de unos cuantos hijos. Entendía la reproducción y la continuidad como una obligación de la gente y como una prescripción religiosa y de país. Creía y creo que dar vida es una de las cosas más nobles que hay. Marta lo compartía. (...) no habíamos entrado en detalle sobre el número de hijos (...) pero al final con buen y cariñoso entendimiento, han sido siete".
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Comparaciones odiosas.
“Viajando, apenas se percibe la grandeza de la obra: un largo túnel nada más salir de Londres y 20 minutos menos para llegar. Eso es todo. Unos viajeros leen, otros duermen, muchos beben. Como siempre. El servicio de las 12.54 con destino a Bruselas llegó con absoluta puntualidad a su destino”.
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