viernes, 23 de noviembre de 2007

Michael Clayton

Cómo han cambiado los detectives o inspectores de antaño, al menos en las pelis del género negro. Los actuales quizá hayan perdido esa personalidad oscura o reconcentrada y solitaria que lucían un Humpfrey Bogart o un Robert Mitchum en los cincuenta o sesenta, pero han ganado en relaciones sociales complejas, tanto que a veces las historias que rodean al prota se alargan y se complican más que la trama principal, sin perder ese punto de individuos al borde del desastre que caracteriza a unos y a otros. El personaje que interpreta George Clooney ni siquiera es un detective, ni un policía, ni tampoco uno de esos personajes que por azar se ven envueltos en una historia que se ven obligados a resolver. Ni siquiera es un abogado, como en los 90, cuando las pelis de abogados dieron tan buenos dividendos a los guionistas y a los estudios de Hollywood. Su personaje se mueve entre abogados, pero en realidad es un conseguidor, alguien que resuelve problemas antes de llegar a juicio, alguien que conoce gente y establece contactos para encontrar soluciones.

El personaje de Clooney tiene dos hermanos con problemas, un hijo pequeño del que se ocupa, pero que no vive con él. Él mismo es un antiguo jugador de póker, que ha dejado el juego pero al que podría volver. De este asunto arrastra una deuda que amenaza con acabar mal. La trama principal, en la que se ve envuelto por su irregular oficio, va de uno de los socios de la firma de abogados en la que trabaja que de pronto, en un inexplicable ataque de buena conciencia, descubre los efectos nocivos para la salud de un producto de una compañía que está apunto de firmar un gran contrato con su firma de abogados. Este hombre, al modo de la Julia Roberts de Erin Brockovich, busca a los afectados por esa sustancia para darles las pruebas del fraude, lo que amenaza con dar al traste con los suculentos negocios de la compañía y de los abogados. A partir de ahí escuchas telefónicas, espionaje, traiciones, asesinatos, chantajes, lo propio de un thriller moderno.

Clooney prácticamente no sale de plano. Su presencia no molesta y se desenvuelve razonablemente bien en su papel, aunque hay buenos actores como Tom Wilkinson o Tilda Swinton. El guión estaba muy bien trabado, un montón de hilos sueltos al comienzo que van buscando su punto de encuentro a medida que avanza la acción, el montaje con un gran flash back atrapa al espectador y lo entretiene durante las dos horas que dura la proyección.

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