lunes, 9 de julio de 2007

Oleadas incesantes de seres inútiles

Ahora que se cumplen dos años de los atentados terroristas del 7-J en Londres, en los que murieron 52 viajeros de metro y autobús, más tres terroristas suicidas, los británicos no salen de su asombro al saber que los atentados fallidos de hace una semana, en el West End londinense y en el aeropuerto de Glasgow, tienen como sospechosos a un grupo de médicos originarios de la India y de Oriente Próximo. Uno de ellos es Mohamed Asha, neurocirujano del North Straffordshire Hospital. Nació en Arabia Saudí, en una familia de médicos palestinos, que lo describen como "un estudiante formidable" y un "intelectual brillante", y le consideran "incapaz" de haber participado en una trama terrorista.

Son los balbuceos de la buena gente a la hora de comprender o explicar el terrorismo. Ya se sabe, el hambre en el mundo, el imperialismo, los explotados de la tierra y todas esas cosas.

Lo mismo le pasa a Edwin Borman, una autoridad de la Asociación Médica Británica, que dice en la BBC: “Si es cierto que hay médicos implicados, esto sería una traición no sólo a la sociedad, sino también a su propia profesión, la primera regla del juramento hipocrático es simplemente no hacer daño". Se ve que el sentirse herido en su amor propio le permite decir despatarrantes tonterías. Mohamed Asha debe estar retorciéndose de dolor en la cárcel por haber traicionado la primera regla del juramento hipocrático.

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Este escritor decidió un día que no era hombre de carne y hueso, sino personaje literario con la virtud, o el castigo, de caminar como cualquier mortal sobre las losetas del paseo de Gracia. Todos los domingos le regalan una página entera en EP para que nos cuente las cuitas de un inmortal mortalizado. En cada entrega cultiva unas cuantas perlas. Hoy se queja de la grosería que es soportar los controles de los aeropuertos. Así que se pone a cubierto de la vulgaridad del común, a la que como personaje literario no pertenece:

Cuando veo el barullo y todas esas brutales filas de gente esperando en los aeropuertos, inevitablemente pienso en Louis Ferdinand Céline: "Oleadas incesantes de seres inútiles vienen desde el fondo de los tiempos a morir sin cesar ante nosotros y, sin embargo, seguimos ahí, esperando lo que sea..."

Luego remata contando una distinción que le hace una asociación Talmont Saint-Hilaire, de Lyon. Le concede el digno título de Refractario al embrutecimiento general. ¡Albricias!

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