Pocas cosas debe haber tan aburridas como una cita en el Liceu cuando la cosa no funciona. Este año han decidido rescatar casi todo lo que los músicos han escrito sobre Manon. Hemos visto una Manon Lescaut de Puccini que Liliana Cavani envolvió en el ajado lujo finisecular (¡del XIX!), una interesante Boulevard Solitude de Henze, que sucedía en el vestíbulo de una estación, y ahora una piececita de Massenet de una banalidad insufrible, antes del último plato fuerte,
Sin embargo a estos programadores con más espíritu de museo musical que olfato artístico, no se les ha ocurrido encargar una ópera nueva, a un escritor y a un músico que fuesen capaces de situar a Manon y a Des Grieux en la estricta actualidad. Los teatros de ópera del XIX conectaron con su público, les ofrecieron temáticas contemporáneas, muchas de ellas teñidas de un romanticismo demodé, sí, pero al menos satisfacían una necesidad y los grandes músicos de entonces pudieron hacer cosas interesantes. ¿Por qué no sucede ahora algo parecido? Los políticos se han gastado un pastón en el Liceu o en el Real de Madrid o en
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A vueltas con el video de la comisaria. Pilar Rahola dice lo que no diría si la comisaría no fuese suya: Cuando veo las imágenes de las dos mosses abofeteando a una detenida, inmovilizada con las esposas, siento una seria derrota. (...) No sé cómo se produce una detención, y no creo que estemos ante las imágenes de una tortura. (...) Personalmente, y mirado fotograma a fotograma, me parece una detención bastante impecable, sin atisbo de tortura, y cuya violencia es la innata a una situación como ésa, con un detenido violento, unos antecedentes de agresión a los policías, y un forcejeo que debe ser habitual. (...) Y ahí está el quid de la cuestión, que los Mossos se han convertido en materia de asamblea general, en debate abierto, en el que cualquier ciudadano puede decidir qué, cómo y de qué manera actúa un profesional de la seguridad. ¡La policía, claro, es una cuestión nacional!
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