domingo, 3 de junio de 2007

La voix humaine

Pocas cosas debe haber tan aburridas como una cita en el Liceu cuando la cosa no funciona. Este año han decidido rescatar casi todo lo que los músicos han escrito sobre Manon. Hemos visto una Manon Lescaut de Puccini que Liliana Cavani envolvió en el ajado lujo finisecular (¡del XIX!), una interesante Boulevard Solitude de Henze, que sucedía en el vestíbulo de una estación, y ahora una piececita de Massenet de una banalidad insufrible, antes del último plato fuerte, la Manon, del mismo músico. La voix humaine, que acompaña en el programa a la pieza de Massenet, es más bien una tragedia algo patética, basada en un monólogo de Jean Cocteau. Una mujer, pegada al teléfono -con cable-, suplica y se arrastra ante su ex amante, con susurros y gritos de desesperación, intentando que vuelva a su lado, dándole a conocer su intento de suicidio, su desesperación y su amor. Le portrait de Manon arrastra un ligero aire cómico al repetir el esquema y algunos pasajes musicales de su hermana mayor, pero está a años luz de la sensibilidad actual. Es posible que el monólogo de Cocteau fuese interesante en su época, 1932, como la música de Poulenc en 1958, pero ahora, ¿qué le dicen al público contemporáneo?

Sin embargo a estos programadores con más espíritu de museo musical que olfato artístico, no se les ha ocurrido encargar una ópera nueva, a un escritor y a un músico que fuesen capaces de situar a Manon y a Des Grieux en la estricta actualidad. Los teatros de ópera del XIX conectaron con su público, les ofrecieron temáticas contemporáneas, muchas de ellas teñidas de un romanticismo demodé, sí, pero al menos satisfacían una necesidad y los grandes músicos de entonces pudieron hacer cosas interesantes. ¿Por qué no sucede ahora algo parecido? Los políticos se han gastado un pastón en el Liceu o en el Real de Madrid o en la Fenice de Venecia. Con esa inmoral redistribución de recursos públicos hacia el ocio de una burguesía que además parece divertirse con otras cosas, parece bastarles. Nada de innovación, riesgo, inquietud artística. Un desastre, otro escándalo si quedase público capaz de escandalizarse, pero ni eso queda.

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A vueltas con el video de la comisaria. Pilar Rahola dice lo que no diría si la comisaría no fuese suya: Cuando veo las imágenes de las dos mosses abofeteando a una detenida, inmovilizada con las esposas, siento una seria derrota. (...) No sé cómo se produce una detención, y no creo que estemos ante las imágenes de una tortura. (...) Personalmente, y mirado fotograma a fotograma, me parece una detención bastante impecable, sin atisbo de tortura, y cuya violencia es la innata a una situación como ésa, con un detenido violento, unos antecedentes de agresión a los policías, y un forcejeo que debe ser habitual. (...) Y ahí está el quid de la cuestión, que los Mossos se han convertido en materia de asamblea general, en debate abierto, en el que cualquier ciudadano puede decidir qué, cómo y de qué manera actúa un profesional de la seguridad. ¡La policía, claro, es una cuestión nacional!

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