martes, 5 de junio de 2007

El sordo rumor del arte

En el caso de Spencer Tunick los motivos están claros, sabe que los periódicos corren raudos al reclamo y le sirven una impagable publicidad gratuita. He de reconocer que esta vez se ha esmerado algo más, creando unas imágenes más llamativas con esa gente desnuda en los vanos de ese edificio circular. Un edificio de aparcamiento en la ciudad de Ámsterdam. De ahí a llamar arte a esas fotos hay un mundo, la publicidad hace cosas parecidas. Se podría decir que las fotos de Tunick hacen publicidad de Tunick. Pero, ¿y la gente?, ¿por qué colabora tan alegremente? Motivaciones varias: un poquito de exhibicionismo gratuito, otro poco del juego innato a todo hombre, el sordo rumor del arte, salir en los papeles.

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Damien Hirst sigue con su procacidad adolescente, ese afán por provocar. Ahora toca una vanitas, una calavera en platino incrustada con 8.601 diamantes. Supongo que los críticos le echarán una mirada condescendiente y algún coleccionista preguntará por el precio por ver si es lo suficientemente cara como para que merezca formar parte de su colección (tiene un coste de producción en torno a los 20 millones de euros y un precio de venta de 72 millones). El cráneo perteneció a un varón de 35 años y los diamantes proceden de "fuentes éticas" (¡Si Caravaggio levantara la cabeza!) . El artista cuando se pone a hablar lo empeora. Dice: "Esta obra muestra que no vamos a vivir siempre, pero también tiene un sentimiento de victoria sobre la muerte" (...) "Es una celebración de vida al cubrir el símbolo primordial de la muerte con el símbolo primordial de la lujuria, el deseo y la decadencia".

En la misma exposición presentó un novillo herido por cientos de flechas que según el artista reinterpreta el sacrificio de San Sebastián. Lo ha bautizado como Dolor Exquisito.
Uno ve la calavera de Hirst y piensa, el arte está muerto. Menos más que hay vida más allá del Brit-Art.

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