sábado, 9 de junio de 2007

Después de la boda

Lo que comienza siendo un melodrama, en el que se exageran las tintas, acaba convirtiéndose en un cuento moral, que enseña cómo los ricos también pueden tener buenos sentimientos. Un idealista danés que practica la solidaridad compasiva en un barrio de una populosa ciudad india ha de dejar a los niños del orfanato que regenta para volver a su país. No quiere volver pero es necesario que lo haga para poder conseguir una importante donación para su proyecto humanitario. Como es de suponer las cosas se complican en el mundo de los ricos. Al llegar es invitado a la boda de la hija del benefactor. Entonces se produce el primer golpe de efecto del drama. La chica que se casa, con un joven bastante estúpido por cierto, resulta que es su hija. La guapa mujer del hombre rico había sido novia suya muchos años atrás y antes de que se separaran la había dejado preñada. Se suceden entonces encuentros entre los distintos personajes con cierta violencia psicológica, actitudes y comportamientos extraños, que sólo empezarán a cobrar sentido cuando el espectador se entere del segundo y más importante golpe de guión. El hombre rico está muy enfermo y va a morir. La vuelta del idealista compasivo a Dinamarca ha sido minuciosamente preparada para que se haga cargo de la esposa, los hijos y la empresa del benefactor. Éste además crea un fondo, a nombre del idealista y de su hija, para satisfacer las necesidades humanitarias de los muchos niños abandonados de la India. Los pañuelos que recogen el moquillo de los espectadores han funcionado a todo trapo. Y todo ello contado con el pobrismo de medios típico de las películas dogma danesas, siguiendo el decálogo del afamado Lars von Trier. Cámara al hombro con movimientos a veces mareantes, luz natural, calles verdaderas –no de estudio- e interiores con el decorado de las casas ordinarias. La directora de la película, Susanne Bier, es aficionada a melodramas complejos en los que pone a sus personajes ante dilemas muy costosos de resolver psicológicamente. En esta ocasión los resultados no han sido tan buenos, a pesar de haber sido nominada para los oscar en la última edición. El guión es en ocasiones forzado, los diálogos poco trabajados y las situaciones poco creíbles. Sí, así suelen ser los melodramas, pero aquí los efectismos no están compensadas por una dirección que los haga verosímiles. Cosa que no ocurría con su anterior Hermanos (Brødre), con una trama mucho más compleja y que sin embargo la directora controlaba con mano de hierro.

**

Culla i Clarà escribe un largo e innecesario articulo para regodearse en el fracaso de ciutadans en las pasadas elecciones municipales. No es el primero que le dedica. Parece que canta victoria. Se equivoca pensando que es un enemigo a batir. El verdadero enemigo está en otro sitio, pero no está capacitado para verlo. Incluso establece un medallero para colocar a cada uno en su sitio:

Así, con un total de 13 concejalías, C-PC se ve claramente superada, en el medallero municipal catalán, por fuerzas como las Candidatures d'Unitat Popular (CUP) y la Plataforma per Catalunya (PxC).

**
Otra manera de ver el asunto.

Sólo el cándido puede asombrarse de que el establishment político y mediático de Cataluña haya acogido de modo versallesco y hasta perlado de cariño al partido Plataforma per Catalunya, gran novedad de las elecciones municipales catalanas, que cifra en 17 el número total de sus concejales electos, y que aparece como la organización xenófoba más importante y mejor estructurada de todas las que han obtenido representación (hay alrededor de 50 concejales del mismo palo) en los ayuntamientos españoles.

No hay comentarios: